En la historia del Karate Do hubo períodos en los cuales las normas respondían a patrones culturales de cada época. Con el tiempo se fueron generando modificaciones o adaptaciones propias de la evolución natural. En la antigüedad los practicantes solían ser masculinos mayores de edad. Se utilizaba karategui al llegar al Shodan (Primer Dan). Un kata se enseñaba de uno a tres años y luego recién se aprendía otro.
Históricamente el karate se ha desarrollado en un contexto específico que cultiva ciertas normas éticas y morales, las cuales derivan por algún motivo histórico en una forma o metodología específica de enseñanza. La enseñanza que me refiero es a ese método “marcial de adiestramiento”, donde las jerarquías parecieran ser divinas, el error debe evitarse ante todo, la técnica es una y debes aprenderla y ejecutarla como un molde que propone la perfección biomecánica, entre muchas otras cosas. Creo que todos los que crecimos en el karate vivimos esa enseñanza, pero no todos la cuestionamos.
Cuando hacemos un análisis desde las ciencias cognitivas y en particular desde la neurobiología, podemos ver un claro conflicto entre lo que estamos buscando y el cómo intentamos conseguir lo que buscamos. Voy a enumerar un par de puntos críticos en este sentido.
- El miedo al error: La equivocación es parte fundamental del aprendizaje. Está demostrado por la evidencia que quien se equivoca va reduciendo el índice de error conforme a la práctica, incluso el no temerle al error se asocia como un empuje hacia la autonomía de aprendizaje (punto que tocaremos después).
- Aprendizaje autoadministrado: la posibilidad de quien aprende de modificar la tarea e ir ajustándola a sus necesidades, ha demostrado un beneficio increíble en el rendimiento del aprendizaje motor y por lo tanto en las expectativas del estudiante sobre sí mismo y su proceso de adquisición de habilidades.
- Jerarquías injustificadas: sabemos que es necesario promover el respeto y las distancias sociales en ciertos casos, pero cuando ese respeto es exigido y no un proceso emergente producto de la historia y experiencia de las relaciones sociales, se genera una barrera de aprendizaje producto de la falta de confianza y la distancia entre educando y educador. Por otra parte esto genera jerarquías entre estudiantes quienes creen que por ser más antiguos o más fuertes tienen “más valor”, punto que afecta negativamente el proceso de aprender.
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- Estandarización técnica: esto es una aberración desde el punto de vista del control motor, sabemos que una persona no puede hacer el mismo gesto de forma idéntica dos veces en la vida, imagina pedir que dos personas hagan exactamente lo mismo…. y si logran hacer algo parecido ¿es este movimiento la mejor forma de golpear para esa persona con sus características específicas? hoy en día se denomina a esto principio de la especificidad y ha de tenerse en consideración. Este es un tema que podemos discutir en profundidad en otra instancia.
- Desarrollo de la autonomía: uno de los temas fundamentales de la educación actual es la emergencia de autonomía en el educando, esto significa que la persona “aprende a aprender” lo que le entrega capacidades para desenvolverse y convertirse en un agente activo en la creación e investigación del arte. Este punto es muy relevante pues hemos escuchado las historias de los grandes maestros desde que somos pequeños, anécdotas y documentos oficiales que hablan de como compartían conocimiento entre ellos, como buscaban formas de mejorar sus capacidades físicas, estrategias y técnicas, y el como en su búsqueda incansable se refutaban constantemente para ir generando poco a poco un entendimiento robusto, entendimiento que claro está que solo les servía a ellos, pues su idea era mostrarte su camino para que tú puedas construir el tuyo, NO copiarlo, eso no te llevaría a un aprendizaje moldeable y dinámico y menos un aprendizaje significante y realista.
El resultado de estas “tradiciones” es lo que vemos ahora, la repetición incansable de cosas que no se entienden, las jerarquías sacras hablando del “cómo se hace» olvidando los profundos “porqué”, la necesidad de buscar superioridad dejando de compartir conocimiento como se hacía en un principio, y por último un pobre futuro para el karate , ya que de base se ha dejado de enseñar a investigar(se), algo fundamental si consideramos que el karate nace por la capacidad de autoconocimiento y observación de los pioneros. Este último punto es vital pues si apagamos el fuego de la investigación del karate entonces apagamos el arte. Pero cuidado, la investigación tiene dos caras, acumular información por una parte (uno de los grandes problemas de la sociedad actual) y por el otro lado es generar conocimiento, esta última lleva a la sabiduría. Por esto y más es necesario que quienes enseñamos aprendamos a guiar el proceso hacia donde queremos llegar, también es necesario que no acumulemos información sino que forjemos conocimiento empírico, útil, dinámico y sin miedo a su destitución por conocimientos nuevos (o viejos) y mejores.
Para finalizar, si tu idea es crear fieles copias de tu técnica, o quizás crear grandes deportistas o por otra parte proponer un karate como herramienta defensiva, en fin el objetivo que sea, debes saber cómo llegar ahí, esa es nuestra responsabilidad con el arte y con nuestros estudiantes.
Autor: Lic. Javier Meneses Pinto / Kinesiólogo / 3º Dan Karate Kyudokan / Chile
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