Muchos conocen a Jorge Garibaldi, a través de su famoso Podcast Dojo. Jorge, controvertido para muchos por sus agudas opiniones, es uno de los tantos uruguayos que la dictadura militar expulsó de su país en la década del 70. En europa formó su familia y aprendió karate. Proveniente del estilo Wado-ryu, este 7º Dan fundador y director de Sekishin Karate Jutsu Internacional, hoy no se identifica con ningún estilo. Para él el karate es uno solo. Desde Dinamarca, nos cuenta su visión del karate ‘funcional’ y sus expectativas sobre la Master Class que dictará en Buenos Aires, el próximo 18 de febrero de 2023, inaugurando el espacio Dojo Abierto de Mokuso.
¿A qué edad comenzaste karate y por qué?
Empecé en serio a los 18 años. Había entrenado antes (Goju ryu) pero era muy chico como para entrarle con seriedad. A los 18 años me agarré a trompadas con cuatro tipos en la calle. Éramos mi novia embarazada y yo contra ellos. Me costó una vida salir de esa situación y me dije a mí mismo, nunca más. La próxima vez, tengo que estar preparado.
¿Hubo una próxima vez?
Sólo te voy a decir que el karate bien aplicado es muy efectivo.
¿Quiénes fueron tus maestros y cómo fue tu relación con ellos?
Maestros tuve y tengo varios. Sensei tuve solo dos: Ohgami Shingo sensei, 8º dan JKF Wadokai, y Steve Rowe, 8º dan Shi Kon Budo Kai. Ohgami sensei era japonés, de la ciudad de Shimonoseki, venía de una familia con ancestros de samurái, lo cual lo condicionaba en su forma de ser. Era una persona muy parca y severa, además de ser un historiador del karate reconocido internacionalmente. Poseía altas graduaciones en varias artes marciales y estilos de karate (creo recordar que era 5º dan en Shito ryu y un dan avanzado en Iaido, Jo y Bojutsu), también era muy adepto al Taichi chuan.
Ohgami sensei era el instructor jefe del Samurai Dojo en Gotemburgo, Suecia. La ciudad donde yo viví desde 1979 a 1997. El dojo era ya muy viejo y con mucha historia. Cuando empecé a entrenar ahí, recuerdo que tardé alrededor de cuatro años antes de que me dirigiera la palabra. Más o menos por esa época es cuando me propuso ser su uke. Cumplí esa función en el dojo y en sus seminarios internacionales desde cinturón azul hasta el segundo dan que fue donde dejé el Dojo y me mudé a Dinamarca.
Steve Rowe sensei era un animal distinto. Un investigador, extremadamente inteligente y poseedor de un conocimiento muy profundo. Se puede decir que si aprendí las bases con Shingo sensei, aprendí los principios fundamentales con Rowe sensei.
¿Recuerdas alguna anécdota con sus maestros u otra en particular que desees contar?
De Ohgami sensei tengo un recuerdo muy vívido de mi primer encuentro con su seiken, siendo yo cinturón blanco. Estábamos aprendiendo kotegaeshi una técnica de ataque a los tendones de la muñeca, cuando le pregunté por unos detalles, sin una palabra me demostró la técnica pero dándome un golpe a las costillas simultáneamente y quebrándome dos costillas… ¡Tardé como un mes en recuperarme!
Con Rowe sensei tengo recuerdos de entrenamiento muy duro. Por ejemplo, él era muy adepto a un ejercicio de Taichi que denominaba la pared, para la cual había edificado un pequeño muro de bloques dentro del dojo. La forma básica del ejercicio es que te empujan de espaldas contra el muro y debes rebotar y salir peleando. Después de 30 o 40 “rebotes” la cabeza te explota de dolor. También era capaz de un enraizamiento casi inhumano. Podía estar parado sobre una pierna y tú empujarlo con todas tus fuerzas sin poder tirarlo.
¿Qué valores te dejó la práctica del karate?
La práctica del Karate no te da valores. La práctica del karate es un espejo. Ese espejo te muestra y amplifica tus mayores virtudes y tus peores defectos. Tus fortalezas y tus debilidades quedan al desnudo. No siempre es una linda imagen lo que vemos… El tatami es el laboratorio en donde aprendes a conocerte a ti mismo. Los valores te los da el Sensei, la lectura y la cultura del dojo.
¿Qué enseñanzas te dejaron los años de entrenamientos?
Aprendí un sin fin de cosas sobre mí mismo, sobre la naturaleza humana. Creo que el tatami, el dojo, ese viaje cotidiano te va forjando contra viento y marea. Pero como todo, recibes según la inversión, depende de lo que tú busques y lo que tú des sobre el tatami. Lo que encuentres dependerá de esas dos variables.
Hay quienes buscan respeto, éxito y estatus. Esos no pueden decir su nombre sin nombrar su grado y su jerarquía. Para otros la búsqueda es más profunda. Cada uno encuentra lo que busca.
¿Crees que el karate aporta valor a tu vida cotidiana?
El karate es mi laboratorio, mi yunque personal. Las rocas donde rompo ilusiones y creo realidades, el karate es mi padre y mi madre.
¿Por qué motivo sigues haciendo karate hoy?
Así como no puedo dejar de ser quien soy, tampoco puedo dejar de expresar mi existencia. Yo no hago karate, el karate me hace a mí. Es una experiencia que comparto con muchos veteranos que han entrenado toda la vida. ¡Alguna ventaja tiene el envejecer!
¿Cómo es enseñar karate en una cultura como la danesa?
El karate trasciende fronteras, por eso se practica en todo el mundo, los daneses son un pueblo amable y educado. La cohesión social alcanza altos niveles, están acostumbrados a tomar responsabilidad individual por el bienestar general. La vida en el dojo lo refleja, todo en nuestro dojo está construido por nuestros miembros y sus familias.
¿Cómo surgió Podcast Dojo?
Podcast Dojo me giró en la cabeza durante años. En febrero de 2020 me decidí a dar el paso y grabé el primer episodio durante una visita a Sevilla. Necesitaba darle voz a una perspectiva del karate, que trascendiera estilos. Una voz que ponga luz sobre un karate que no vaya definido por los resultados deportivos, con una lógica conceptual y metodológica distinta. Por eso me largué a hacer Podcast Dojo.
Por supuesto, sin ningún tipo de garantías de que alguien me escuchara. Pero la perseverancia trae sus frutos y hoy tenemos una audiencia leal, que nos sigue semana a semana.
¿Qué es el karate funcional?
El karate funcional es una visión del karate, donde los criterios de lo que es bueno o malo, vienen dados por la funcionalidad. No por lo que está estipulado en los estatutos, en el reglamento o lo que dice un maestro que solo ha entrenado karate deportivo. El karate funcional busca trascender la trilogía del kihon, kata, kumite y reconoce que hay más áreas a las que se debe prestar atención y que hay otras metodologías que son absolutamente necesarias. Tenemos una visión del kata diferente, para nosotros el kata es como un mapa, te da las direcciones del camino, pero no es el camino. Hay que extraer del kata la información y para eso hay que explorar esa información fuera del kata.
¿Cómo será tu Master Class en Buenos Aires el 18 de febrero de 2023?
La idea es darle a los asistentes herramientas para explorar su propio karate. El karate en sí es completo, el elemento limitante somos nosotros. Pero será, sobre todo un espacio de encuentro entre karatecas, para compartir visiones y hacer crecer nuestro karate. Estoy muy entusiasmado con esta propuesta de Mokuso.
¿Es una clase abierta? ¿Pueden participar practicantes de cualquier estilo de karate?
Así es, como he dicho en esta entrevista, para mí el karate es uno, es completo y trasciende lo efímero. Sea cual sea el estilo que entrenas, si estudias katas clásicos, ya tienes toda la información necesaria para que tu karate sea completo en todas las áreas de la autodefensa y eso es lo que exploraremos en la clase.
Ponés siempre el kata en primer plano, incluso a la hora de combatir.
Si no usas tu kata, no haces karate. El kata es una herramienta funcional y no un objeto de veneración que se descarta a la hora de hacer las cosas reales, debatiremos esto en la clase. Si te interesa la propuesta, eres bienvenido el 18 de febrero.
¡Allí estaré! Muchas gracias Sensei Jorge Garibaldi.
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Autor: Ariel Garofalo, director de Mokuso
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