En pocos días comenzarán los Juegos Olímpicos de Tokio. Es por lo tanto una buena ocasión para repasar el rol que Japón juega en el sistema internacional y de qué manera los argentinos deberíamos relacionarnos con la tercera economía del mundo.
En los últimos años Japón ha reaccionado rápidamente a los cambios que se vienen dando tanto en el escenario internacional como en el asiático en particular. Estos consisten básicamente en el ascenso de China como una nueva potencia y el surgimiento, en parte debido a los cambios tecnológicos, de un mundo más complejo e incierto del que estábamos acostumbrados.
Un ejemplo de estos cambios es la reinterpretación del artículo 9 de la Constitución de Japón -que, como consecuencia de las Segunda Guerra Mundial, prohíbe las acciones ofensivas contra otras naciones. De esta manera, se busca adoptar una postura que, por tomar un caso, le permitiría a Tokio defender a un aliado en caso de que este fuese atacado por otro Estado. Ligado a esto, Japón también ha buscado afianzar la alianza estratégica que lo une con Estados Unidos.
El principal objetivo del país asiático es fortalecer las reglas de juego globales para preservar un mínimo de estabilidad y evitar que se produzcan conflictos militares innecesarios. Como parte de este proceso, Japón, Australia, India y Estados Unidos se han acercado y formado un nuevo ámbito de diálogo: el QUAD. Este foro ya no es sólo una pieza del sistema de seguridad del Indo Pacífico, sino que además comienza a ganar importancia como formulador de regulaciones.
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Pensando en el futuro, Japón enfrenta varios desafíos. Si bien hay consenso en Estados Unidos respecto a la necesidad de mantener su alianza con Tokio, sus gobiernos tienen dificultades para implementar acuerdos económicos en Asia debido al mayor proteccionismo que reina en este país. Un ejemplo es la oposición de la administración de Donald Trump, y aparentemente también de Joe Biden, a integrarse al acuerdo transpacífico de cooperación económica que impulsa Japón. Sin este tipo de herramientas la estrategia japonesa en favor de un Indo-Pacífico abierto y libre será más difícil.
Para superar las trabas a su crecimiento económico, debido en parte a su baja tasa de natalidad, Japón también necesita impulsar reformas. Muchas de estas, monetarias y fiscales, ya fueron formuladas durante el gobierno de Shinzo Abe y ahora, con Yoshihide Suga como primer ministro, se busca priorizar la digitalización de la economía.
Otro peligro consiste en el debilitamiento global del imperio de la ley. Es por este motivo que una de las prioridades de su política exterior japonesa es fortalecerlo en áreas ya conocidas, como son la lucha contra el cambio climático y la proliferación nuclear, y extender el marco legal a nuevos dominios, como son la ciberseguridad y el accionar de los Estados en espacio exterior. Estos dos ámbitos se han transformado de hecho en nuevos escenarios de conflicto entre Estados.En este marco, será necesario mejorar el diálogo entre Japón y China para evitar conflictos en el Pacífico. En efecto, la estabilidad que las armadas del Imperio Británico y los Estados Unidos brindaron durante el siglo XIX y XX puede estar llegando a su fin, poniendo de esta manera en peligro las líneas marítimas de comunicación. Vías de comunicación que nos permiten comerciar y mantener la autonomía. En este sentido, vale la pena destacar que para mantener su crecimiento Japón necesita importar grandes cantidades de recursos naturales y que actualmente el 90% de sus importaciones de petróleo provienen del Medio Oriente.
El nuevo contexto internacional ofrece oportunidades de colaboración entre Japón y la Argentina. Oportunidades para trabajar, por ejemplo, en favor del multilateralismo. Ya que a pesar de la distancia geográfica que nos separa, ambas naciones sabemos que ningún país puede protegerse y progresar económicamente en soledad.
Nos sería de gran utilidad por ejemplo incrementar los intercambios tecnológicos, lo cual tendría importantes implicancias para la economía y para la defensa nacional. Posibles áreas de colaboración son el internet de las cosas, la robótica (en donde Japón es líder mundial) y la inteligencia artificial.El Espacio es un dominio en donde la Argentina ejerce un liderazgo regional, como también lo hace en el uso civil de la energía nuclear. Como único país que sufrió un ataque nuclear y nexo natural entre países nucleares y no nucleares, Japón es un actor de gran relevancia. Existe por lo tanto una clara oportunidad de colaboración entre ambos países.
La colaboración en el área energética también incluye al hidrógeno. Vale la pena señalar el Memorándum de Cooperación firmado entre ambas cancillerías en 2019 “para trabajar en el desarrollo del hidrógeno como combustible no contaminante y promover las inversiones en ese campo”. La producción de hidrógeno en la Argentina tiene un gran futuro debido a su potencial eólico (la Patagonia) y solar (las provincias del NOA) y es a la vez una fuente de energía que ayudaría a Japón a no depender tanto de Medio Oriente como proveedor energético.
En definitiva, Japón es tanto un socio atractivo como un ejemplo para seguir. Un ejemplo de la importancia que hay que darle al pensamiento estratégico como condición necesaria para moldear el mundo que nos rodea de una manera que favorezca nuestros intereses.
Autor: Francisco de Santibañes. Especialista en relaciones internacionales. Autor de «La Argentina despues de la Tormenta» (Vértice de ideas, 2021).
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