Una similitud universal, todos los métodos prácticos de autodefensa [con las manos vacías y uno contra uno] comparten su premisa contextual. Es decir, aquellos actos de violencia física considerados habituales en la naturaleza humana. Independientemente de dónde y cuándo, tales métodos han evolucionado en todo el mundo y todos se han basado en este razonamiento común. En otras palabras, independientemente del período de tiempo en la historia, la cultura, el género, el tamaño y/o la edad, los actos habituales de violencia física han existido en todas partes desde los albores de las comunidades sociales. Debido a que se habían considerado habituales, también eran cuantificables, lo que los convirtió en objeto de una intensa y prolongada observación imperial por parte de mentes innovadoras, preocupadas por la seguridad y la supervivencia.
No es una ciencia exacta
Después de identificar con éxito la naturaleza habitual de la violencia física doméstica [con las manos vacías], se convirtió en una premisa contextual que las mentes innovadoras utilizaron para crear modalidades de estudio funcionales. La idea de recrear actos cuantificables de violencia física, en un ambiente seguro de aprendizaje / estudio, dio origen al proceso de observación empírica, que resultó en un avance notable. Ritualizado en prácticas de 2 personas, cada acto de violencia física [también conocido como HAPV, Actos Habituales de Violencia física en sus siglas en inglés] ahora podría recrearse de forma independiente [o colectiva] junto con su correspondiente respuesta de contra aplicación. Dichos módulos de aprendizaje representaron el primer paso, en lo que finalmente se convirtió en un proceso de camino maravillosamente resistente que conducía a la funcionalidad.
Los alumnos primero tenían que familiarizarse con la dinámica de los principios de aplicación de la HAPV y de la red de contra respuesta. Los simulacros de recreación impulsados por escenarios estaban destinados a ensayarse una y otra vez, y solo en resistencia pasiva con un compañero obediente. Esta fase introductoria y elemental se convirtió en el proceso de aprendizaje obligatorio, preparando candidatos de nivel principiante para la parte intermedia del camino. A medida que los alumnos se familiarizaban con los principios de la práctica y se sentían lo suficientemente cómodos con el proceso de participación, se les presentaba una escala graduada de resistencia agresiva. Con cada sesión de práctica subsiguiente, los candidatos continuaron con el proceso, aprendiendo más y más HAPV y practicando continuamente sus respuestas a la solicitud. Aquí, los alumnos intercambian roles y cambian de pareja constantemente, y ensayan modelos de ataque y respuesta, mientras gradualmente, exponencialmente, aumentaban la resistencia agresiva. Las dificultades y los fracasos asociados con tratar de hacer que un concepto de aplicación funcione, se convirtieron en la lección que garantizó a cada candidato el tipo de experiencia necesaria para profundizar su comprensión y mejorar su funcionalidad.
Resistencia agresiva
Los desafíos más significativos que enfrentaron los primeros pioneros, al considerar la mejor manera de lograr sus resultados [defensivos con las manos vacías], fue la brutalidad agresiva asociada con la violencia física. Para complicar esto aún más, se sumaba la imprevisibilidad aleatoria y los problemas de tamaño, fuerza y habilidad. Una de las mayores críticas al karate tradicional actual es que sus prácticas de defensa personal se han ritualizado tanto que simplemente se han vuelto disfuncionales. Debido a las fuertes creencias espirituales y culturales, tales prácticas rara vez se cuestionan y se consideran parte integral de su herencia. Los desafíos a su veracidad serían percibidos como una falta de respeto terrible y una amenaza directa a las codiciadas tradiciones. Sin embargo, la brecha entre la teoría y la funcionalidad DEBE llenarse con métodos prácticos que incluyan ambos elementos clave; brutalidad agresiva e imprevisibilidad aleatoria, como pasa en la vida real. Esta es la razón por la que la tradición clásica debe abrazar continuamente la visión contemporánea.
Autor: Sensei Patrick McCarthy
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