Hoy tenemos el honor de conversar con el Sensei Gustavo Gondra, 9º Dan de Karate Uechi-ryu y autor de las obras «Okinawan Karate», «Un legado samurái» y «Meiyo: Herencia de honor». En esta entrevista exclusiva para Mokuso, Sensei Gondra nos hablará sobre la influencia de la cultura okinawense en el karate occidental, explorando las virtudes fundamentales del arte y la construcción de la relación maestro-alumno.
¿Cuál es la filosofía subyacente detrás de tu práctica del karate y cómo se relaciona con las enseñanzas de los antiguos maestros okinawenses?
Mi filosofía sobre la práctica tiene que ver con lo que es el Karate en sí, un sistema de defensa personal. Yo practico Karate para estar preparado por si ocurre algo inesperado que ponga en peligro mi seguridad, desde un principio lo vi así y aún sigo con la misma idea. La relación con los Maestros de Okinawa es exactamente esa, en Okinawa se dice “ISE ISATSU” una técnica, una muerte, no hay mucho más que aclarar al respecto creo yo. Yo fui a Okinawa para aprender de la cuna del Karate y así enseño yo, lo mismo que se me enseño cuando llegué y no quiero cambiar.
Al adaptar el arte del karate, propio de la cultura de Okinawa, a los principios y costumbres de la cultura occidental, ¿se pierde su esencia y propósito original?
La verdad no sé porqué en mi caso particular no adapté ni cambié nada, si yo cambiara algo por el tema de costumbres distintas ya no sería lo que aprendí allá y perdería sentido todo el esfuerzo de mis viajes desde 1986 hasta la fecha. Creo fundamentalmente que al occidentalizarlo (por una falta de capacidad personal para adaptarme) se pierde la esencia y el propósito original sin dudas. Ya no es Karate Okinawenses, es algo más…
No me refiero a la técnica, sino del sentir el karate como un okinawense ¿No es acaso inevitable esa pérdida de esencia al ser de una cultura diferente, al no pertenecer?
Creo que solo se puede sentir como ellos cuando uno acepta las cosas sin cambiarlas ni cuestionándolas desde el punto de vista de un occidental y muchos hacen eso, cuestionan, creen, modifican, innovan… Uno puede pertenecer más allá de donde nace y sus facciones, mientras uno acepte desde el corazón, nada cambia. Es mi punto de vista claro.
¿Qué papel juega la noción de armonía en tu enfoque del karate, y cómo la aplicás en tus clases y en tu propia práctica?
Yo creo que la noción de armonía es el equilibrio en los pensamientos, las acciones y los sentimientos, es tratar de disfrutar cada momento, de vivir en paz consigo mismo, algo muy difícil de conseguir en la vida, pero no imposible. La verdad no tengo idea de cómo hacer para aplicarlo porque es algo que sale en forma natural, creo que si se tiene que pensar para poder hacerlo no es real y Karate es la realidad en sí misma, en la práctica honesta de cada clase, donde uno simplemente hace y nada más.
¿Considerás que el karate puede fomentar el desarrollo de cualidades positivas en el carácter humano, tales como la honestidad, la generosidad, la valentía, la justicia y la compasión?
Aclaremos que uno debe nacer con estas cualidades y sí, el Karate o cualquier actividad honesta y formativa va a poder fomentar el desarrollo de ellas, pero, si uno nace sin estas cualidades, estas actividades no tienen la capacidad de crearlas y obviamente menos aún fomentar su desarrollo.
Entonces, según tu visión, el karate no puede desarrollar los principios mencionados. ¿Qué es el DO?
Desarrollarlo no, mejorarlos si uno los tiene, sí. Para mí, DO, es el camino de vida de cada uno amarrado al Arte y si uno además realmente cree en algunas cosas más allá de ser occidental y juzgarlo como tal, el camino se muestra como es y solamente hay que seguirlo.
¿Cómo les enseñás a tus alumnos a encontrar el equilibrio entre la fuerza física y la habilidad mental en la práctica del karate? ¿Es posible alcanzar la noción de “justa medida”?
La práctica del Karate, en mi opinión, va dando indicios de equilibrio físico primero, ya que Karate es “equilibrio en movimiento”. La habilidad mental es propia del ser humano y tiene que ver con cada uno en particular. Cada persona es única y debe ser tratada en consecuencia como tal y no, más allá de estar en una clase grupal como una más igual a las otras. Cada persona tiene su propio nivel de equilibrio en todo sentido diferente a otras y se debe hacer un trabajo personal en algún momento para que pueda desarrollarse y tratar de llegar así al equilibrio entre lo físico y lo mental, no sólo en Karate sino, en la vida misma. El equilibrio físico y mental forman la noción de justa medida.
Sensei Gondra ¿Qué importancia le das al desarrollo de la prudencia en el entrenamiento de karate, especialmente en términos de tomar decisiones éticas y tácticas durante la práctica y en la vida cotidiana?
Ninguna importancia, en especial, Karate es algo más de la vida y en mi caso no creo que se deba ser más o menos prudente que en cualquier otra instancia de la vida cotidiana.
¿Cómo conciliás la búsqueda de la excelencia física en el karate con la necesidad de cultivar la sabiduría y el conocimiento?
No busco excelencia física porque el karate no es un estado físico solamente. El karate se adapta al cuerpo de cada persona con todo lo que esta posee de bueno y de malo. Ser Karateka no es ser un “atleta”. El karate sirve para darle a las personas las armas necesarias para poder defenderse en la vida y así llegaban las historias antiguas a nuestros oídos, “se bajó del auto un tipo chiquito y desparramó a los otros dos, o uno que lo desafiaron o molestaron” El Karate siempre fortaleció al débil dándole habilidades y no haciéndolo un simple atleta. La sabiduría y el conocimiento se desarrollan a lo largo de los años transitando la vida que a cada uno le haya tocado vivir como quién es en esta vida.
¿Hay algo de filosofía de vida en el karate o es una gran mentira?
Si hay, pero no se deja ver por todos, es muy particular y se abre solamente ante aquellos que lo merecen, eso no lo decide ningún mortal, los antes pasados son quienes lo manejan. Tal vez ocurra que un practicante jamás tenga la oportunidad de verlo más allá del grado o experiencia técnica, es una cuestión del ser, del espíritu y el alma de cada uno. En esos terrenos no caben los engaños y ellos saben muy bien quién es cada uno y deciden a quien dejan entrar y a quien no.
¿En qué medida consideras que el karate puede servir como una herramienta para el desarrollo humano integral, no sólo en términos físicos, sino también emocionales?
Toda herramienta bien usada sirve para muchos propósitos, pero, depende fundamentalmente de quién maneje esa herramienta y qué tan capacitado o experiencias de vida tiene para poder ayudar a otros en su tránsito por la vida.
¿Cómo integrás la enseñanza de técnicas de defensa personal en tu práctica del karate? ¿Estas habilidades pueden empoderar a los individuos para protegerse en situaciones de peligro?
No las integro porque de hecho todas ellas son defensa personal y se aplican en cada clase, por supuesto que para que esto suceda, uno debe practicar pensando en su aplicación permanente. Sí, pueden darle la capacidad para defenderse, pero, deben tener el coraje que hace falta para enfrentar la situación y con eso se nace o no se nace.
¿Cómo abordás la dualidad entre la pasión personal por la práctica del karate como un arte y la necesidad de brindar clases como medio de vida?
Yo enseño mi pasión y tan sólo eso me da la posibilidad de que sea mi medio de vida. Mis alumnos tomarán de ella lo que puedan de acuerdo a sus capacidades.
¿Cuál es la cualidad esencial para cultivar una relación significativa, respetuosa y duradera con un maestro de karate?
Que ambos se respeten más allá de la confianza que un Maestro otorgue a un alumno y que el alumno sepa que es un alumno y no un amigo, son dos cosas distintas y una línea muy delgada que generalmente los alumnos confunden y eso termina rompiendo la relación y casi siempre el culpable es el Maestro cuando en realidad fue la desubicación del alumno. Yo tuve y tengo muchísima confianza con muchos Maestros de Okinawa y otras partes del Mundo, pero siempre supe quién soy y cuál es mi lugar.
Hoy sos un referente y un maestro. ¿Qué es ser un maestro de karate para vos?
La verdad me estoy dando cuenta ahora en estos últimos tiempos sobre lo de ser un referente. En cuanto, a ser un Maestro, creo que es continuar con el camino iniciado por mis antecesores en cuanto a la difusión del estilo o del Karate en general. Soy parte de una cadena milenaria que se encarga de difundir, en este caso, una cultura que se transmite de boca en boca. Luego está la responsabilidad de hacer las cosas como corresponde a cualquier instancia de la vida, más allá de ser o no un Arte Marcial. Yo desde que era Cinto Amarillo dije frente a muchos compañeros de la época que “Iba a ser Profesor de karate y que iba a viajar a Japón”, esto fue en 1972, lo demás está a la vista.
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