Cambalache Ryu: El futuro del karate mediático o la reflexión de un utópico practicante. Cuanto más escucho el tango Cambalache, más lo asemejo a la realidad que vivimos en torno a nuestro querido arte. Los valores de los cuales durante tantos años hicieron gala los grandes Maestros, hoy, en boca de algunos marketineros «sensei», se han vuelto pura retórica vacía de contenidos, pero lleno de pergaminos.
«…Vivimos revolca’os en un merengue
Y, en el mismo lodo, todos manosea’os
Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor
Ignorante, sabio, chorro, generoso, estafador
Todo es igual, nada es mejor
Lo mismo un burro que un gran profesor…»
Mi viejo y recordado primer dojo fue haciéndose de a poco, indagando en la historia y pensando a su vez en el sentimiento del cual debería dotarlo. Visualizando a su vez cómo debería recibirlo aquel que lo visitara o decidiera entregarse a la práctica, sin más especulaciones que la de ser mejor persona cada día, a la vez que con su cuerpo aprendiera a racionalizar una memoria subliminal para un futuro.
Siempre creí y aún sigo haciéndolo que el Dojo no es un gimnasio, aunque a los ojos de los no iniciados lo pareciera. El Dojo es el lugar donde se estudia el camino. Nadie preguntaría de qué camino estamos hablando, ya que apenas se comienza la verdadera práctica, era muy fácil darse cuenta. Era el camino del sacrificio sin más premio que la satisfacción de avanzar un paso a la vez, el camino del entendimiento, el camino del guerrero que se prepara para la paz, el camino de la amistad que no sabe de resentimientos ni especula con ¨quién es mejor¨ porque desde el principio se sabe que ´hoy debo ser mejor que ayer¨. Pero esa, no nos engañemos, es la visión de un utópico instructor-aprendiz que se resiste a ver morir en una lenta agonía, un arte que abrazo hace ya muchas décadas.
«…No hay aplaza’os, ¿qué va a haber? Ni escalafón
Los inmorales nos han iguala’o
Si uno vive en la impostura y otro afana en su ambición
Da lo mismo que sea cura, colchonero, rey de bastos
Caradura o polizón
¡Qué falta de respeto, qué atropello a la razón!
Cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón…»
Y por qué tanto pesimismo se preguntará; porque cada vez contrariamente a lo escrito renglones arriba, hoy si, los dojos son gimnasios, en todos los sentidos. Ya sabemos, y si no podemos constatarlo fácilmente, que, en muchos, y cada vez más, junto con la inscripción te venden (o si es promoción, te lo regalan) el karategi. También podrás adquirir el bolso, con «Marcas» impresas mediante, en cuyo interior encontraras protectores varios en los colores rojo y azules. Ni hablar de las insignias o parches para tu gi. Y si bien todo esto en algunos casos pudiera ser opcional, quién querría quedar fuera del mercado a expensas de no poder participar de determinadas prácticas por carecer del material adecuado. Válgame Dios y libérame de tales circunstancias.
Y me pregunto todo eso antes, siquiera de haber comenzado la primera práctica, no es de locos. Hasta qué punto el comercio está por delante del aprendizaje. Qué va a ser del futuro del karate, todo se está simplificando hasta el extremo que el alumno ya es un número con signo de pesos. Sí, creo que el instructor serio debe de cobrar, porque es su profesión. Pero eso es una cosa y otra distinta es prostituir un hito cultural que fue prestado al mundo.
«…Igual que en la vidriera irrespetuosa
De los cambalaches se ha mezcla’o la vida
Y herida por un sable sin remaches
Ves llorar la Biblia junto a un calefón
Siglo veinte, cambalache problemático y febril
El que no llora no mama y el que no afana es un gil…»
¿De quién depende cambiar esto? Yo creo que ya de nadie. Es imposible remar contra la corriente, pero, aun así, callarse en mi caso no es una opción. Seguiré con mi práctica, y los poco locos que me sigan, y así también sucederá con otros, que jamás claudicaremos en nuestro afán de mantener viva la verdadera tradición de quienes nos mostraron que el trabajo silencioso y paciente algún día darán sus frutos.
Nos resistimos a estas últimas estrofas del querido tango CAMBALACHE…
«…No pienses más, sentate a un la’o
Que a nadie importa si naciste honra’o
Si es lo mismo el que labura
Noche y día como un buey
Que el que vive de las minas
Que el que mata, que el que cura
O está fuera de la ley»
Autor: Sensei Gerardo Balves
7º Dan Kobayashi ryu Kyudokan
Coordinador del Grupo internacional de Dojos Kyudo Mugen Kyudokan
Ilustración: Mokuso
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