Conocer la historia de Santiago Farías (26) es adentrarse en la vida de un argentino cuya pasión es el Kendo, la esgrima japonesa. Oriundo de la ciudad de Santa Fe, se acercó a este arte marcial a los 13 años, sin saber que esta disciplina tomaría una importancia central en su existencia, y que lo llevaría a vivir experiencias únicas, como la que actualmente está transitando en Japón, como alumno de la International Budo University (Kokusai Budō Daigaku), donde se está preparando, durante un año, en una serie de conocimientos que hacen al entendimiento profundo de este arte marcial, en un contexto marcado por el esfuerzo y la autosuperación, considerando el alto nivel de los practicantes locales, con quienes comparte intensos, y extensos, entrenamientos diarios. Además, Santiago hace unas semanas rindió su 5º dan, una graduación que lo encuentra con un nivel de maduración técnica óptima, entre su propia práctica de años en esta disciplina, su experiencia deportiva internacional y su espíritu de mejoramiento personal incesante.
Para conocer sus vivencias en suelo nipón, donde se está entrenando como un japonés más, siguiendo las estrictas rutinas que le plantea su búsqueda de un Kendo más exquisito, que a futuro sirva para aumentar el nivel de este arte en Argentina y América Latina en general, ReporteAsia lo contactó vía online, para conocer más sobre su amor por este arte y por la cultura japonesa.
Antes de empezar la charla, cabe presentar algunos aspectos de la trayectoria del entrevistado. Este licenciado en Biotecnología llegó al Kendo por haberlo conocido en una famosa serie de animé, Samurai X, donde vio el arte retratado por primera vez. Luego de algunos años de práctica, comenzó su propio grupo de entrenamiento llamado «Kaizen Dojo», con los senpai Alexis Roldán y Mariano Piedrabuena, un espacio que se ha transformado con el tiempo en un referente de Santa Fe, una de las provincias argentinas más pujantes en esta disciplina, ganando certámenes deportivos y formando graduaciones altas, con el apoyo de la Federación Argentina de Kendo.
Entre sus logros deportivos más destacados, desde 2014 ha resultado primero en el ranking argentino -en el torneo selectivo que se realiza para conformar el equipo nacional-, siendo invicto hasta la fecha. En campeonatos nacionales, ha logrado mantenerse en distintos escalones del podio, tanto en Individuales como en Equipos. A nivel latinoamericano, en categoría Individuales, en 2017 y 2019 accedió a cuartos de final y en la primera de esas ediciones recibió el premio al «Espíritu del Kendo». Por otra parte, integró equipos que en 2016 obtuvieron el tercer puesto y en 2017 el segundo, perdiendo la final contra Brasil, que es el conjunto invicto en el ámbito regional.
Además, participó de dos mundiales, que lo llevaron a realizar dos viajes a Japón para prepararse en el dojo de Fukushima sensei, en Shizuoka. El primer certamen en 2015, fue nada menos que en el Nippon Budokan, la meca de las artes marciales japonesas, donde nació el Kendo. «Eso fue épico», comentó Farías al recordar todo lo vivido. «Tuve un buen desempeño en Individuales y tuve, además, la oportunidad de competir contra Hidehisa Nishimura sensei, el campeón japonés por entonces. Me acuerdo que en los alrededores del torneo, en los stands, Nishimura estaba en la portada de las revistas de Kendo. Mi motivación era enfrentarlo y ver de qué se trataba, cuál era la diferencia, que era abismal, claro. Yo siempre me caractericé por ser rápido, pero cuando combatí con él me sorprendieron su explosividad y su velocidad. Fue impresionante. Me sirvió como motivación para meterle más pilas». Luego, en 2018 repetiría la experiencia preparándose en Shizuoka para el campeonato mundial que tuvo lugar, en esa ocasión, en Corea del Sur.
Santiago, sin pensarlo el Kendo se transformó en tu vida…
Así es. Muchas de las decisiones que he tomado hasta ahora han estado motivadas por Kendo. Por ejemplo, cuando decidía qué estudiar, consideré una carrera que me permitiera seguir entrenando. Ese fue el primer filtro. Como mi padre es médico, en algún momento pensé en seguir Medicina, pero cuando vi que los horarios no me iban a permitir entrenar, la descarté sin pensarlo dos veces.
En Biotecnología iba eligiendo qué exámenes rendir y qué materias promocionar, analizando si coincidían con los horarios de futuros torneos o de las clases. El Kendo me fue marcando, hasta el punto en que, en 2019, accedí a una pasantía en un laboratorio de la Universidad de Cambridge, Inglaterra, por tres meses, y cuando se definió el viaje, lo primero que hice fue ver si tenía un club de Kendo. Una vez que constaté que sí había uno, me fui con el bogu (el equipo de práctica) en el equipaje. También me escapaba hasta Londres para entrenar en varios dojos, como el Tora Dojo, fundado por una sensei coreana 7º dan, integrante del seleccionado de ese país.
Para quien no conoce Kendo, ¿cómo se lo podrías explicar?
La traducción literal del nombre es «El camino de la Espada». Se trata de un arte marcial moderno, se practica con un shinai, que simula lo que es una katana, conformado por 4 cañas de bambú ensambladas, que permiten generar impactos sobre un bogu, que es el nombre que lleva el equipo protector que utilizamos, pudiendo impactar sobre el oponente sin causarle ningún dolor ni daño. Se golpea en los lugares justamente en los que hay protección, porque las cañas son flexibles y absorben el impacto, lo mismo que el bogu, que está especialmente diseñado para este fin.
En Kendo lo que se busca es golpear una zona válida del oponente con la parte válida del propio shinai, obviamente antes que lo haga la otra persona sobre uno mismo. Se puede golpear la cabeza en 3 lugares, se puede aplicar una estocada al cuello, golpear la mano derecha y la zona abdominal, no hay ataques a la piernas. Cualquiera de los lugares mencionados tiene la misma validez a nivel puntaje. Los golpes a la cabeza, al cuello y al abdomen representan, si se tratara de una katana real, finiquitar a la otra persona, mientras que el golpe a la mano derecha lo que hace es inhabilitarlo a que siga maniobrando su katana.
¿Cómo es el programa que estás siguiendo en la International Budo University?
Esta Universidad, fundada en los 80s, ofrece la carrera de profesorado de Educación Física con especialización en varios deportes, entre ellos Budo, es decir, arte marcial japonés. El programa que yo estoy tomando implica dos entrenamientos diarios de Kendo, además de clases de idioma japonés 3 veces por semana. Asimismo, este semestre tomé otras cuatro clases: enseñanza de Kendo para principiantes, teoría de Kendo, Nihon Kendo Kata y Bokuto Ni Yoru Kendo Nihon Waza Keiko Ho, que son una serie de ejercicios propios de este arte marcial. Además, entreno los sábados por la mañana, así que por semana hago 11 clases de Kendo. Además tenemos clases de cultura japonesa.
La mayoría del alumnado es japonés, y entre los extranjeros hay gente de Estados Unidos, Inglaterra, Alemania y Malasia.
¿Las clases se dictan en japonés?
Así es, las clases son en japonés y con grupos de alumnos japoneses, lo cual está muy bueno. Uno termina entendiendo todo, e inclusive, cuando finalizan las clases los sensei se toman un tiempo para preguntarnos si entendimos. Viviendo acá uno aprende rápido el idioma, de tanto hablarlo y practicarlo. Además, el vocabulario de Kendo es en japonés, y a todas las indicaciones utilizadas en ese idioma ya las conocemos, entonces, a las clases las seguimos sin problema.
¿En rasgos generales, en qué se diferencian las clases de allá respecto a las que se dictan en Argentina?
Aquí las prácticas son más ásperas, físicamente más exigentes. Haces un ejercicio intenso detrás de otro. Y las sesiones son de 2 horas y media o de 3 horas. Cuando llegué a la Universidad, faltaba un mes para un campeonato local, y los alumnos se estaban entrenando con todo. A nosotros nos decían que si queríamos parar lo hiciéramos, pero por orgullo nos pusimos al mismo nivel. En Kendo en este momento somos dos extranjeros entrenando: Nick, un compañero oriundo de Inglaterra, y yo.
Para que te des una idea, todos los días de 7 a 8 AM se hace entrenamiento físico, atletismo, etc; y después de una hora de descanso, tenés una clase de 3 horas de Kendo, con ejercicios de Kirikaeshi, Oikomi y Kakarigeiko, todos juntos y en cantidad, lo cual es muy difícil de ver en Argentina. Además los ejercicios se hacen con desplazamientos en espacios que pueden tener más de 50 metros de extensión, cuando en Argentina los dojos suelen ser más pequeños. Luego, por la tarde, tomo una segunda clase de Kendo.
Además, está la cuestión de entrenar a la par de estos chicos que tiene entre 18 y 23 años, que hacen Kendo hace 10 o 15 años, y que siempre practicaron intensamente. Ir a su ritmo fue un desafío. Finalmente, acá siguen vigentes las normas por el Covid-19 y se practica con barbijo y con un acrílico protector que te cubre la boca, lo cual hace que se encuentre reducido el tema respiratorio.
¿Los japoneses valoran que como extranjero hagas Kendo?
En mi caso particular, vine acá teniendo años de práctica, siendo 4º dan y habiendo tenido un buen desempeño en términos competitivos. Entonces, eso hizo que la adaptación sea mejor. Al principio, los alumnos locales están reacios a entrenar con los extranjeros, ya que quieren practicar a su nivel, para sus competencias. Por esta razón, uno puede percibir que no quieren entrenar con uno. Por eso, es muy importante lo que uno hace desde que llega. Si ellos ven que tu nivel es muy bajo, después te rechazan, porque no se quieren atrasar en su propia práctica. Pero una vez que ellos vieron que yo estaba presente en todas las prácticas, que cuando hacíamos entrenamiento yo no les afectaba negativamente su desarrollo porque lo hacía como un par, cuando vieron que hacíamos combate y yo les entraba y ellos no me podían entrar tan fácilmente, fui aceptado. Ahora soy uno más, soy parte. Hacemos todo juntos.
Sé, obviamente, que ellos cuentan con algunas cuestiones técnicas que nosotros en América Latina no adoptamos, puesto que han entrenado de muy pequeños con maestros que saben un montón y en condiciones muy distintas. Pero hay otras cosas, como cierta experiencia deportiva que yo tengo en distintos campeonatos internacionales de jerarquía, y madurez por mi edad, que hacen que en algunos aspectos tenga cierta ventaja ante ellos. Y eso está bueno. A ellos le sirve practicar conmigo y a mi con ellos. Obviamente, a mi me sirve mucho más practicar con ellos, por eso siempre busco hacerlo.
¿Qué nos podés contar sobre la dinámica de las prácticas?
Acá en Japón hay una cuestión «kohai-senpai» que es muy fuerte entre los japoneses. Se da meramente por una cuestión de edad: quien es mayor es senpai. Y es como un jefe, y también puede tener una actitud estricta, dura, se dan órdenes. En relación a los japoneses, nosotros los extranjeros no somos kohai ni senpai de ellos, pero nos respetan, porque también nos hacemos respetar. Por ejemplo, al momento de hacer keiko (combate), hay una verdadera carrera para ver quién llega primero para practicar con determinado sensei.Y aunque muchos me habían adelantado que iba a ser difícil que como extranjeros pudiéramos acceder a entrenar con los maestros, y que nos la íbamos a pasar esperando en fila, lo cierto es que yo siempre corrí para llegar primero. Y si alguien me venía a decir algo, yo le decía: «Yo estoy primero». Y si alguien le reclamaba al sensei, él mismo les decía «Él llegó primero, arreglense entre ustedes», y eso se respeta. Yo por otra parte entreno con estos chicos y no los quiero hacer enojar. Pero ellos valoran que uno «se plante», es una cuestión arriesgada, pero la valoran. Acá hay que ganarse el derecho de piso, es difícil, pero lo logramos. Si queremos entrenar con los sensei, tenemos que hacer lo mismo que el resto.
¿Y por ser extranjeros, tienen algún trato especial?
Suele darse que los sensei quieran entrenar con nosotros por ser extranjeros, para darnos la oportunidad de aprender. En esos casos, se nos avisa y nos acercamos. Pero eso pasa porque ellos quieren ayudarnos a crecer, sabiendo que nuestro tiempo acá es limitado, o porque tenemos exámenes por delante, o porque saben que como extranjeros se nos complica más entrenar con ellos, ya que acceder a ellos depende de la ubicación que uno ocupa en el dojo, lo cual hace imposible llegar al otro extremo corriendo antes de los alumnos que se ubican más cerca de determinado sensei. Por esto, si hace bastante que no practicamos con ellos, suele pasar que algún sensei nos convoque para que lo hagamos.
¿Cómo fue rendir el examen de 5º dan en Japón?
En Argentina se puede rendir hasta 3º dan. Los grados siguientes hay que rendirlos en el exterior. En mi caso, el 4º dan lo rendí en Brasil. Cuando llegué acá hablé con el sensei que es director del club de Kendo y le planteé que quería rendir el 5º dan, si se podía, ya que a partir de agosto estaba habilitado para hacerlo. Bueno, el me dijo «Dale, vamos a probar». Le metí mucho a la preparación, buscando lo que yo creía que era necesario para el examen, además de lo que me indicaban los sensei acá y mi propia experiencia. Finalmente, di el examen en el Chiba Budokan, en la ciudad de Katsuura. Yo era el número 14 de 135 personas que se presentaron para dicha graduación.
El examen en Kendo a partir del 1º dan es prácticamente el mismo. Se hacen dos keikos, es decir, dos combates con dos personas distintas. Si pasas esa fase, hacés kata, que dependen del grado que estés rindiendo, lo mismo que el tiempo que dura el keiko. Y si pasás esa instancia, das un teórico. Pero acá en Japón hay una particularidad: el tiempo que dura del keiko es cronometrado. Contás con solo un minuto, haciendo combate con dos personas distintas, para demostrarle a la mesa examinadora que tenés el nivel al que aspiras.
Fue realmente muy intenso y extenuante, en comparación con América Latina, donde los combates son algo más lentos y con más tiempo, y puede pasar que las personas sean de mayor edad. Acá el promedio es gente que tiene 25 años y con nivel competitivo. Entonces el Kendo y el examen perfilan más para ese lado. A mí acá me dijeron que estaba bien para el examen, destacaron mi energía, mi kiai (grito), así que fui pensando en ponerle mucha «pila» y darlo todo. Siento que el examen fue un promedio de mi nivel de Kendo, ni mi peor performance, ni la mejor. Al salir me dije «tengo un 70 u 80% de probabilidades de aprobarlo». Finalmente, todo salió bien.
Para terminar, ¿Qué representa Japón en tu vida?
Para mi, Japón es una mezcla de sueño y desafío. Tuve mucho tiempo el sueño de venir a entrenar a Japón en una estadía larga y de pasar por el mismo entrenamiento que pasan ellos. Y es un desafío justamente cumplir con la rigurosidad del entrenamiento que hacen aquí y poder alcanzar su nivel. Yo aspiro a ser campeón mundial de Kendo, es mi aspiración ser octavo dan, y sé que para lograr eso me tengo que exponer a venir a entrenar y competir en Japón y sobreponerme a la frustración que implica perder contra los japoneses, a la frustración que implica ser extranjero, considerando que son muy nacionalistas.
Pero si estoy acá es porque vengo a aprender de Japón y a desafiar a Japón, en el sentido de decirme «Yo puedo también lograr lo que ellos logran». No hay ningún impedimento humano para mi de alcanzar el nivel que ellos alcanzan: solo tengo que ver lo que ellos hacen y repetirlo. Por supuesto, no es fácil lograrlo, Japón tiene una cuestión relacionada al esfuerzo y la perseverancia que es muy fuerte. Para ellos, siempre la causa de que algo no te salga bien es propia. Por eso, siempre tiene que haber una reflexión personal sobre cómo superar los obstáculos. Ahí es donde yo me inspiro de los japoneses.
Por: Marcos Gava
Co-fundador de ReporteAsia
Artículo republicado de Reporte Asia en el marco de un acuerdo entre ambas partes para compartir contenido. Link al artículo original: https://reporteasia.com/region/japon/2022/09/02/japon-mezcla-sueno-desafio-santiago-farias-5o-dan-kendo/
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