¿Cómo mantener a los niños en el camino del Budo? A la hora de llevar adelante nuestra práctica como instructores de artes marciales, muchas veces nos encontramos con un problema bastante recurrente, que tiene que ver con la permanencia de los niños más pequeños a lo largo del tiempo en la realización de nuestras actividades. Es que constantemente se intenta acercarles una práctica lo más atractiva posible para que asistan, disfruten y permanezcan entrenando. Revisando el contexto actual, se debe pensar y reflexionar niños inmersos en las nuevas realidades; nativos digitales desarrollándose en un mundo de imágenes veloces y cientos de estímulos permanentes que compiten mano a mano contra ese “freno” temporal, la paciencia, disciplina y trabajo duro que, más tarde o más temprano, caracterizan a las artes marciales y que, inclusive, son razones principales por las cuales los padres deciden llevar a sus hijos a practicarlas. Con relación a lo anteriormente dicho, es muy común encontrarnos colegas que tienen dificultades en este aspecto y que prefieren evitarlo restringiendo las edades a las cuales impartir la disciplina. Más frecuente aún, es que se destine al Sempai para dicha tarea, eludiendo así el estrés, contemplación y la minuciosidad que requiere acompañar en los primeros pasos a un niño pequeño para aprender y sumarse, siendo paradójicamente quizá la etapa más sensible de todas.
Errores comunes
Quizá el primer error central, sobre todo cuando hablamos de infantes, es el hecho de no evitar ni tener en cuenta el aburrimiento. De acuerdo con Segura M. y Arcas (2003), este es un estado emocional negativo y desagradable ante algo repetitivo y carente de interés. Se vuelve trascendental entonces, el acto de la variabilidad de la práctica, es decir, la propuesta de actividades diferentes, clase a clase y lo más seductoras posibles para cada edad. Muchas veces es necesario adecuar el karate a los niños, y no esperar que los niños se adecuen al karate solo porque sí.
Las clases estereotipadas, organizadas sistemáticamente y exactamente iguales unas a otras, provocan dificultades en los procesos de aprendizajes de los niños.
Otro error, directamente relacionado con el punto anterior, puede ser enseñar lo mismo a todos, sin tener en cuenta las grandes diferencias que acarrean cada una de las edades con sus características por las que pasa una persona, ni las herramientas que posea para encarar la práctica de manera efectiva.
Cómo todo conocimiento cultural que es transmitido entre generaciones, estos errores no son responsabilidad directa de los instructores, sino que más bien tienen que ver con cuestiones tradicionales, que sin ánimos de entrar en una crítica maliciosa y con el infinito respeto que merecen, poco tienen que ver con los tiempos actuales, y muchas veces, actúan como obstaculizadores para la problemática en cuestión.
En el ámbito del karate no existen indicios que indiquen que todos los estudiantes deban aprender lo mismo, al mismo tiempo y con la misma dificultad de ejecución. La misma intuición como adultos nos indica lo contrario.
De hecho, por dar un ejemplo claro, sabemos que el gran maestro Anko Itosu es responsable, en el 1905, de introducir el karate en las escuelas secundarias de Okinawa. Para este cometido, fue capaz de crear los kata Pinan (o Heian en Japonés) simplificados, accesibles y sencillos, derivados de katas mucho más complejos y de mayor duración como Kusanku y Channan, que había aprendido de ChiKudón Peichin y de Sokon Matsumura.
También hay indicios que, a los niños más pequeños, les enseñaba solo técnicas aisladas de bloqueos, golpes y patadas, sin introducirlos desde el principio en los katas.
Karate y educación
En el ámbito de la educación es de menester importancia el estudio de la psicología evolutiva. Así podemos comprender que los seres humanos pasan por diferentes etapas de desarrollo cognitivo que le permiten adquirir conocimientos determinados, a edades determinadas y según su desarrollo psicológico particular. Fue Jean Piaget, el psicólogo y epistemólogo Suizo, uno de los pensadores que más ahondó en este tema, desarrollando lo que actualmente se conoce como “epistemología genética”. Para Piaget la idea de inteligencia no es un rasgo fijo. El desarrollo cognitivo es un proceso que se da según la maduración biológica del sujeto y su interacción con su medio ambiente. Considera que los niños conciben al mundo de una manera sorprendentemente diferente en comparación a los adultos y, por supuesto, nacen con y poseen una estructura mental más básica.
Los niños a lo largo del tiempo complejizan sus estructuras cognitivas y, por ende, pueden aprender de forma cada vez más compleja paralelamente con su desarrollo.
Algunos ejemplos prácticos visibles pueden ser que comienzan sin definir claramente su esquema corporal, su orientación espacial, sus nociones de lateralidad (izquierda-derecha) y, progresivamente transcurriendo los años evoluciona, no solo en estos aspectos, sino en sus capacidades condicionales cómo la fuerza, velocidad, resistencia y flexibilidad, así cómo en sus habilidades coordinativas. Todas estas le permiten adaptarse y adquirir más fácilmente lo que se les transmite de modo paulatino.
He aquí que los conocimientos del karate, deben ir de lo más simple y sencillo a lo complejo acorde a la edad, evitando así frustraciones tempranas y desmotivación.
Tampoco los niños poseen el desarrollo psicológico que les permita mantenerse concentrados durante demasiado tiempo. Por eso impartir un vocabulario simple, claro, fácil y conciso es una estrategia muy útil.
Sumado a esto, y relacionado con todo lo anterior, el juego aparece como una herramienta casi fundamental para que un niño encuentre interés y deseo en el aprendizaje. Si es que existen, muy pocas formas de aprender deben superar al método de aprender jugando. ¿Qué mejor en el aprendizaje, que el factor diversión esté presente?
La importancia que cobra el juego en la evolución y desarrollo de la infancia es sobradamente reconocida por diversos profesionales, educadores, psicólogos y sociólogos. De ahí que sea fundamental utilizarlo como principal recurso didáctico en esta etapa (Simón Pedro Fuentes Navarro 2013).
En conclusión, es posible que con las estrategias, actividades, metodologías y planificaciones adecuadas, se pueda lograr la tan deseada permanencia de los niños en el karate, y por sobre todas las cosas, el disfrute y placer a la hora de la práctica a lo largo de los años.
Autor: Cristian Di Francesco
3° Dan de Karate-Do estilo Shito Ryu de la escuela SatoKai
Profesor Nacional de Educación Física
Entrenador deportivo y Preparador Físico
Estudiante la Lic. en Gestión Educativa en la Universidad de La Matanza
Web: www.shitoryu.net
Instagram: satokai.argentina
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