Durante las últimas tres décadas, desde que tenía 30 años, he viajado, dado conferencias e impartido cientos de seminarios en más de 50 países de todo el mundo; siendo un Sensei en el camino. He impartido muchas lecciones, he aprendido mucho al hacerlo y me siento honrado de tener la oportunidad de compartir algo de eso aquí con ustedes.
Así comienza mi aventura
Recuerdo lo fascinado que estaba cuando era niño al aprender sobre las maravillas del mundo. En verdad, la idea de viajar a esos lugares maravillosos fue solo una fantasía infantil. Estoy seguro de que muchos jóvenes, al igual que lo he hecho yo, tienen el sueño de algún día descubrir esos lugares.
Viviendo mi propio sueño
Ahora, en mi séptima década, reflexiono sobre mi vida en las artes de lucha y me doy cuenta de que he cumplido aquel sueño de mi infancia. Un viaje maravilloso con destinos notables. Caminé sobre la Gran Muralla China y deambulé por las estrechas calles del antiguo bazar de especias de Estambul. Recibí una bendición personal del Papa dentro del Vaticano, fui bautizado en el río Jordán, nadé en el Mar de Galilea y seguí los pasos de Jesús a lo largo de la Vía Dolorosa en la Ciudad Santa de Jerusalén. Me paré en la cima de Machu Picchu en los Andes, viajé a la Cara Norte, las Montañas Rocosas y el Gran Cañón. Escalé el monte Fuji, visité el Kilimanjaro y estuve en la base de Ayers Rock, en Uluru. Fui de Safari a Kenia y Zimbabue, observé los codiciados Cinco Grandes en el Serengeti y me quedé asombrado en Iguazú, Victoria y las Cataratas del Niágara. Me he deslumbrado con las maravillas arquitectónicas antiguas y modernas del mundo; desde la Acrópolis de Atenas, la Gran Esfinge y las Pirámides de Giza, hasta el Stone Henge de Inglaterra y el Coliseo de Roma, el Taj Mahal y la Torre Eiffel. Tales sitios increíbles han profundizado mi apreciación sobre las fascinantes expresiones de creatividad que ha producido nuestro mundo. Disfruté del acceso a la Ciudad Prohibida de Beijing y estudié las artes de lucha con guerreros masai y zulúes, recibí instrucción de monjes budistas en el Monasterio Shaolin…
¿Quién soy yo?
Soy canadiense, pero resido en Okinawa, Japón. Volé por primera vez en un avión en agosto de 1967 a la Exposición Universal de Montreal y desde entonces he viajado por el mundo muchas veces. Enseñé el arte del Karate en 6 continentes, viví en tres de ellos, luché como luchador de MMA en el famoso Korakuen Hall de Tokio, sobreviví a un accidente aéreo en África, nadé con tiburones, caminé con tigres y monté en lomos de elefantes a través de las selvas del sudeste asiático. De buena gana salté de aviones, navegué el Nilo y el Amazonas; soy autor de varios libros, me casé con una mujer notable y criamos a dos hijos maravillosos. He disfrutado de una vida increíble. Desde Rockwood Court, el pequeño barrio de mi ciudad natal, en Saint John, NB, en la costa este de Canadá, hasta los cuatro rincones del mundo. Esta es mi historia.
Haciendo camino al andar
Descubrir una temprana pasión por las artes de lucha, encendió mi alma y me llevó a un viaje muy desafiante de autoconocimiento. El camino condicionaría mi cuerpo, cultivaría mi mente y nutriría mi espíritu. Su naturaleza catalítica cambiaría la vida. He sido bendecido con un maravilloso regalo y es mi deseo ayudar a otros compartiendo mi pasión por el Karate-do. Un deseo genuino de ayudar a alentar, inspirar y capacitar a otros para que logren sus objetivos. No es una responsabilidad que me tome a la ligera y no puedo pensar en un privilegio más gratificante que la capacidad de contribuir a eso que me ha dado tanto.
Mi mensaje
Habiendo disfrutado de muchas maravillas, tanto del mundo antiguo como del moderno, no doy nada de esto por sentado. Estoy profundamente agradecida de haber disfrutado de una vida tan privilegiada y de poder retribuir aquello que me ha empoderado. Estoy orgulloso de ser parte de una tradición que aboga por llevar adelante una antorcha para iluminar el camino por el que pueden transitar otras personas con ideas afines. Mi carácter, personalidad y estilo de vida han sido formados por una pasión infantil por las artes de lucha y el extraordinario viaje en el que me he embarcado.
Creo que la filosofía conceptual del arte, que nos une, es verdaderamente universal. Incluso si algunos de nosotros cavamos más cerca de la fuente de origen para encontrarla, mientras que otros miran más hacia el horizonte donde sus muchas corrientes y afluentes han fluido desde entonces. Las raíces profundas fortalecen los cimientos de este arte y, sin embargo, las alas proporcionan los medios para continuar en el viaje del descubrimiento. Practicar las artes de la lucha nos vincula discretamente con su pasado, a través de la guía, la disciplina y el sacrificio descubrimos nuestro yo interior. Entrenando juntos, forjamos importantes lazos de amistad y viviendo el arte honramos su herencia. Con tal aprendizaje viene la responsabilidad de mantener vivo este conocimiento, una responsabilidad que se extiende más allá del arte y hacia la sociedad en su conjunto.
Chimugukuru
Después de casarme con la mujer de mis sueños, decidí pasar el resto de mi vida con ella aquí en Japón. Sin embargo, después de aproximadamente una década, una oportunidad imprevista y fortuita nos obligó a mudarnos a Australia, donde establecí uno de los primeros programas académicos de pregrado para instructores de Karate en cualquier parte del mundo. Veinticinco años después, hemos regresado a Japón y nos hemos establecido aquí, en Okinawa, en busca de adoptar una forma de vida que desaparece. Valorando el más profundo respeto por la tradición de la vieja escuela, el legado de sus pioneros y el estilo de vida maravillosamente simple que se encuentra aquí. Chimugukuru es un término local que representa el espíritu de su gente y su deseo desinteresado de ayudar a otros a través de su herencia cultural. Para mí, la parte más importante de este espíritu, se expresa a través del Karate-do. El regalo de Okinawa a la salud, la felicidad y la paz mundial.
Autor: Sensei Patrick McCarthy
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