La verdadera tradición marcial. La «verdad» está en el perfecto equilibrio entre la historia, la práctica y la búsqueda constante… «La verdad está en nosotros».
La tradición es el conjunto de patrones culturales de un pueblo, que por estimarlos valiosos, se han ido transmitiendo de generación en generación. Se dice tradicionales a los valores, creencias, costumbres y formas de expresión artística característicos de una comunidad, en especial a aquellos que se transmiten por vía oral. Lo tradicional coincide así, en gran medida, con la cultura y el folclore o la «sabiduría popular». La visión conservadora de la tradición ve en ella algo que preservar de manera fiel y acrítica. En cambio, desde una perspectiva evolucionista se aprecia que la vitalidad de una tradición, depende de su capacidad para renovarse, pudiendo cambiar de forma para adaptarse a nuevas circunstancias, sin perder por ello su esencia.
Los maestros marciales
Las artes marciales orientales tienen miles de años de desarrollo, en el transcurso de los cuales han florecido cientos de escuelas y estilos. La enseñanza de las artes marciales en Asia ha seguido la tradición cultural de aprendizaje maestro-discípulo que tiene su origen en la doctrina de Confucio. Los estudiantes reciben su instrucción en un sistema estrictamente jerárquico guiados por un maestro llamado Sensei en japonés, en chino 老師 (lit., viejo maestro Sifu; 師父 mandarín Shih fu, (lit., el padre-maestro). El instructor debe supervisar directamente el entrenamiento de los estudiantes y los estudiantes deben memorizar y recitar fielmente las reglas y las rutinas básicas de entrenamiento de la escuela.
No se tolera la discusión sobre los métodos de entrenamientos o los motivos y personalidad del instructor, ya que se considera que los aprendices no poseen suficiente familiaridad con los requisitos básicos de las artes para poder discernir con claridad.
El lugar de los estudiantes
Estas relaciones claramente definidas y basadas en la antigüedad se han diseñado para desarrollar intangibles tales como el buen carácter, la paciencia y la disciplina. Los estudiantes deben aprender su lugar adecuado en la jerarquía de la escuela para ver algo que vaya más allá de los ejercicios de condicionamiento más simples. Esto brinda seguridad a los instructores, el estudiantado y al propio estudiante.
Los estudiantes deben aprender cómo y por qué demostrar claramente su respeto por los demás y cómo seguir adecuadamente las indicaciones de sus instructores. Las escuelas tradicionales pretenden así brindar reglas de juego claras y brindar un contexto estable para la interacción con los profesores y estudiantes más avanzados, los pares y también los estudiantes menos avanzados. De esta manera todos, aunque no tengan una ventaja física especial, pueden beneficiarse del entrenamiento provisto por la escuela de artes marciales.
En algunos casos puede existir algún mecanismo de certificación en el cual las habilidades del luchador se pongan a prueba antes de avanzar a un nivel de estudio superior. En otros sistemas, especialmente en China, Okinawa y Japón sólo se avanza cuando el maestro lo estima conveniente, luego de observar y evaluar personalmente por varios años la práctica del alumno. Este enfoque pedagógico, aunque es preservado y respetado en muchos estilos tradicionales, se ha visto debilitado y hasta rechazado por algunas escuelas, especialmente en Occidente.
Budo, Koryu y Gendai Budo
Las artes marciales japonesas se conocen con el término genérico de Budo (武道), el camino del guerrero. Las artes tradicionales, propias de una cultura feudal, reciben el nombre de Koryu mientras que las posteriores a la restauración Meiji (como el judo, el kendo, el Kyudo o el aikido) son llamadas Gendai Budo o «modernas» y están más orientadas a la práctica deportiva o la mejora personal.
Párrafo aparte merecen las practicadas en la isla de Okinawa que, con una cultura distintiva, fue invadida por el clan Satsuma en el siglo XVII, lo que motivo el desarrollo de técnicas de combate sin armas.
Tradición en las artes marciales
Atento a todo lo antedicho, debemos entender entonces por tradición la transmisión de todos aquellos valores y actitudes que hicieron grandes y honorables las antiguas escuelas.
Si bien es cierto que los valores de la civilización actual no siempre coinciden con los valores antiguos, también lo es que la carencia de los mismos en ciertos sectores hace que se pierdan con facilidad las directrices que nos permitan experimentar la realización individual.
La finalidad en la práctica de Buguei no ha de ser necesariamente la de la utilidad. El auténtico arte ha de servir para el deleite del propio espíritu. Saber lo que buscamos nos ayudará a entender lo que vayamos encontrando. Y es en la tradición, en los valores antiguos, donde encontraremos el alimento y la fuerza que nos permitirá evolucionar y seguir adelante; ya que es en el pasado donde hecha sus raíces el presente. Será entonces, en esas raíces donde encontraremos las referencias y los ecos que nos permitirán aprovechar las experiencias de aquellos que nos precedieron; no tan solo para no cometer sus errores, sino para llegar más lejos y dejar constancia de nuestra experiencia, de nuestro arte.
Las futuras generaciones beberán de nuestra fuente, como nosotros lo hemos hecho de los que nos prededieron. Cuando el objetivo a alcanzar está decidido, no son cuestionables los valores y actitudes a seguir. No existen senderos para llegar al profundo conocimiento. Todo a de pasar por el interior de nosotros mismos, y para ello hay que disciplinar el propio espíritu, empezando por lo que conocemos de una forma visible, el propio cuerpo.
Es a través de la disciplina en el entrenamiento y en los rituales, que nos serán revelados los valores que perseguimos. Que a fin de cuentas, son aquellos que siempre han estado ocultos en nuestro interior.
Por ejemplo, el objetivo en la práctica del Karate Do no está únicamente en superar el dominio de la técnica, también lo está en conocerse más a sí mismo y ampliar así las propias capacidades.
Todo ser humano busca su propio camino, animado por una idea que es su impulso y la fuente de su energía; tratando de dar forma a algo, que no siempre llega a entender. Pero oculto en sus movimientos está la fuente de la verdad, algo que se le escapa constantemente de las manos, y que no puede llegar a palpar. Si volviera la vista atrás, encontraría a otros que vivieron momentos semejantes a los suyos. De sus experiencias conseguiría las respuestas a sus anhelos.
Este es el secreto de la tradición: la celosía con la cual fueron guardados los valores de aquellos que un día encontraron el camino. Camino, que por sí solo no tiene más valor que cualquier otro, pero hay que andarlo, y es en ese andar donde todo va sucediendo, donde cada cosa, cada detalle adquiere la forma del propio arte, el de cada uno.
Comprender el espíritu del Karate Do es comprender el alma que lo alimenta y da forma a sus ideas. Pero todo ello, no es posible, si no conocemos el pensamiento original que dio lugar a la tradición.
El aspecto exterior de la tradición (moral, social, educativa…) es importante conocerlo, para no deformar el camino que tratamos de seguir. Pero el carácter más profundo, se define, en respuesta al deber inherente de nuestra naturaleza interior. La ley de acción ligada a la propia casta, únicamente la fidelidad al deber interior, nos permitirá la realización espiritual y la superación de la efímera condición humana. Para un guerrero ningún ideal es más elevado que el de llegar de manera espontánea a un combate justo. Quien con él muere tiene una puerta abierta al camino del cielo.
A partir del siglo XII los grandes guerreros comenzaron a retirarse a los monasterios, para contemplar en serenidad y meditación sus últimos días en la tierra. Meditan sobre sus vidas o experiencias anteriores, atienden a la espiritualidad más allá del bien y del mal. La relación con los otros monjes se estrecha hasta el punto que crea los preceptos que los guiarán en su vía.
Se consagran a la práctica de diferentes artes, a los códigos caballerescos les aplican formalidades protocolarias, hasta llegar a un refinamiento tal que reclama búsqueda constante y largos estudios. Es el camino del guerrero; el ideograma que refleja su actitud necesaria para seguir las enseñanzas del maestro.
Encontrar la vía de la lealtad y la honorabilidad, indica el celo con el cual se está dispuesto a perfeccionar el propio espíritu. La actitud que evita pensar en el propio interés. El sentir y vivir las cosas sin la mediación del pensamiento. El deseo de retirarse a un lugar tranquilo, para estar en armonía con las cosas simples y humildes. La alegría serena del recogimiento interior, del reencuentro con lo sencillo y natural. La clara conciencia de lo que es justo, y lo que es vergonzoso, sea hacia el cielo o hacia uno mismo. El justo equilibrio entre cultivar su sensibilidad espiritual, y el entrenamiento guerrero.
Su técnica, la más suprema, es la que vendrá de mano de los dioses. El Hombre, para los antiguos guerreros, procede de los dioses, lo que da cierta espiritualidad a todo lo que hace. Es el alma. El contenido del sentir, la emoción que tiene de las cosas, lo que le hace participar con el ritmo sagrado de todo lo que es natural.
El Ideograma chino antiguo Shen, significa el origen, lo que da lugar a las 10.000 cosas, lo que es impenetrable en su manifestación. No es una divinidad del cielo o un Dios terrestre, pero sí puede tener el espíritu de una planta o de una piedra. Quien conforma su vida a la herencia espiritual de sus ancestros puede, por la pureza del ritual, encontrar en su corazón la herencia de su origen, del mensaje divino. Se abrirá a la sinceridad inherente, a su propia espontaneidad, y no tendrá necesidad de codificar su conducta, su sinceridad profunda estará en armonía con el corazón de los dioses.
Únicamente un alma purificada puede entrar en contacto con estos poderes divinos y adquirir sus virtudes inherentes.
Sin la búsqueda de la tradición, todo entra en el gran vacío.
Autor: Sensei Gerardo Balves
7º Dan Kobayashi ryu Kyudokan
Coordinador del Grupo internacional de Dojos Kyudo Mugen Kyudokan
Foto: Pixabay
¿Te gustó Dojo Apuntes?
Hacete socio de Mokuso y ayudanos a construir una revista de calidad.