Las artes marciales tradicionales japonesas modernas comparten una raíz común, la filosofía del budo. Al igual que los integrantes de una gran familia, sus practicantes comparten rasgos comunes, formas y técnicas. Por este motivo es habitual que un practicante sienta curiosidad por otra disciplina afín o que en algún momento del camino sienta que su práctica no lo satisface del todo.
Surgen preguntas, cuestionamientos, rebeldías. Idas y vueltas. Reconozco estos procesos en carne propia y en los demás, y los catalogo como saludables para el desarrollo de la personalidad y el perfeccionamiento del carácter. Creo que es conveniente permitirse flexibilidad en la búsqueda y que complementar el aprendizaje con otras actividades siempre será constructivo para la práctica y para la vida. Practicar para vivir mejor, ese es el verdadero sentido.
El estancamiento
Por un lado, veamos un poco las razones del practicante, del individuo, que ya esbozábamos recién. Uno puede tener su práctica armada, su rutina, pero seguramente en algún momento se sentirá estancado. Es ahí donde puede abrirse el camino de la búsqueda para complementar la práctica habitual. Claro que las razones son siempre subjetivas, nadie más que uno mismo sabe qué necesita, y a veces ni siquiera uno sabe. La pregunta interna es fundamental para el desarrollo de la curiosidad y requiere sobre todo sinceridad.
Tomemos el ejemplo de un practicante de karate con un buen nivel técnico, que siente que le faltan recursos para resolver situaciones de lucha en el piso, se pregunta entonces: ¿Cómo podría ser más completo en mi formación? Y fruto de ese cuestionamiento decide entonces tomar clases de judo o jiujitsu a fin de aprender técnicas de suelo. Así, con una pregunta, nace la necesidad de probar otra cosa.
Insatisfacción y aburrimiento
Es importante diferenciar la insatisfacción del aburrimiento. La primera nace con estas preguntas que aún no encuentran respuesta, de suerte que se sigue buscando allí donde nos dirija la cuestión; es un motor. El aburrimiento, en cambio, es la incapacidad por el preguntar. No construye, no propone. Pide al entorno, situándonos en una posición de inmadurez, como si se tuviera el deber de entretenernos.
La llama interna
La fuente verdadera es siempre interna, y la manera de nutrirla es sobre la base de este tipo de preguntas o cuestionamientos. De esta manera avanzamos, o por lo menos, no nos quedamos quietos.
Con este proceder, no solo cuestionamos nuestra práctica que realizamos, nos cuestionamos a nosotros mismos. Es decir, nos permitimos cambiar, vernos de otra manera, haciendo otra cosa. Cuando tomamos algo de distancia de lo que hacemos, podemos ver que cada disciplina tiene sus preconceptos, hábitos que aceptamos muchas veces sin vacilar. Cosas que naturalizamos y luego ya no se cuestionan, es decir, no se pregunta por ellas. Cuestionar es preguntar y es un ejercicio saludable, aunque muchas veces pueda resultar incómodo.
Alguien dirá que en los dojos no se pregunta. Verdad, y no tanta. Como occidentales necesitamos explicaciones racionales. Nos servimos de la palabra para apuntalar el proceso de aprendizaje. Una buena explicación a tiempo puede simplificar y acortar muchísimo camino. No hay río con una sola orilla. La pluma y la espada forman una unidad.
Autor: Gabriel Bisceglia, escritor, autor del libro Camino a lo esencial. Sensei de Aikido y practicante de karate shotokan ITKS.
Imagen: Schäferle en Pixabay
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