Existe una confusión tremendamente grande a la hora de hablar de la mal llamada «mano pasiva» («hikite»). No es más que la errónea teoría de que el hikite es una forma de generar potencia en el golpeo mediante la torsión que se genera en el cuerpo al llevar la mano a la cadera a la vez que golpeamos. Esto es rotundamente falso. No hay evidencias científicas, que corroboran esta teoría. Por otro lado, no existe ninguna lógica biomecánica o racional, que permita a un combatiente llevar la mano, sin utilidad alguna, a la cintura en lugar de estar activa para bloquear o cualquier otra cosa.
También se escucha la locura, de que esa mano ahí, protege zonas vitales del cuerpo que, sin duda, son zonas mucho menos vitales que otras que no se cubren. Por tanto, es una estupidez pensarlo.
No fue hasta que comenzaron las competiciones, los combates y el Karate gimnástico, como lo conocemos hoy en día, cuando aparecieron las primeras referencias al hikite como generador de fuerza de golpeo. Y esto no fue más que una manera de, intencionadamente, ocultar su propósito y dar una explicación a este gesto contenido en los katas para que encajara en la forma competitiva que se le había asignado al Karate, donde únicamente se tenía que potenciar el “atemi”.
Las tres teorías del Hikite
Siendo realistas, hay tres explicaciones básicas que le dan sentido al hikite, el cual por cierto se traduce como la mano que tira (o desgarra). Estas son el control de una parte del rival, la tracción para potenciar el impacto y la localización del enemigo.
Entendida como control del rival, el hikite, tiene una parte de nuestro oponente dentro. Está ahí para agarrar al oponente en su mayoría de casos. Sujetar un brazo, un codo, la ropa o la cabeza puede ayudarnos a reducir la movilidad del oponente y, así, poder controlar la situación. Además, según qué parte agarramos podemos incluso mover al oponente a nuestro antojo o inutilizarle alguna extremidad.
Por otro lado, respecto a su función de tracción, esta se basa en un principio físico. Imaginemos que un coche choca con una pared. El impacto será más o menos fuerte en función de la velocidad a la que este vehículo fuese. Ahora imaginemos que la pared se mueve hacia el coche a la misma velocidad que este se mueve hacia la pared. En este supuesto, con menos velocidad, se podría generar un impacto mucho mayor. En eso se basa el hikite. Si yo tiro, por ejemplo, del brazo de mi oponente y lo atraigo a la vez que le golpeo, se generan dos fuerzas que chocan entre sí y multiplican el posible daño ocasionado. Que de aquí puede surgir el error de la potencia anteriormente mencionado.
Por último, existe también la función de localización. En una situación caótica, como en un enfrentamiento callejero (recordemos que karate y sus formas o Katas, está pensado para la defensa personal), es muy complicado acertar con precisión un golpe a algún punto que nos interese atacar. Por ello hikite puede ayudarnos a orientar el golpe. Al tener una referencia táctil del rival, podemos hacernos una idea de dónde está su cabeza, su estómago, su hígado o cualquier otra parte de su cuerpo sin necesidad de verlo precisamente. Aumentando nuestra capacidad de reacción y precisión mediante el tacto.
Por favor no olvidemos lo que realmente es hikite. Entrenemos de forma coherente e intentemos potenciar esta estupenda herramienta que nos brinda Karate y que tan poco apreciamos.
Autor: Sensei Mario Bordón
Whatsapp: +34 689 444 450
Mail: mariobordonbrull@gmail.com
Instagram: @jittekaratedojo / @karatebordon
Facebook: Mario Bordón
Web: https://karatebordon.com/
Por cursos y/o seminarios contactarse por privado
El periodismo independiente cuesta dinero. Apoya a Mokuso por el precio de un café.