Sensei Koyu Higa visita Argentina, donde impartirá clases y seminarios, por iniciativa de Sensei Marcelo Sobrero, líder de la escuela de karate Kyudokan Fattore Dojo. Y no es casualidad que esta visita sea en el 2022, en el 10º aniversario de la partida de Sensei Pedro Fattore.
Marcelo Sobrero expresa que este esfuerzo realizado es ante todo un tributo a su maestro y amigo, Pedro Fattore. Koyu Higa, 6º Dan, lleva en su sangre la historia del karate, es hijo del Sensei Minoru Higa (10° Dan Hanshi), director mundial de la Federacìón Kyudokan, y sobrino nieto de Yuchoku Higa, fundador de la escuela proveniente del estilo Shōrin-ryū Kobayashi de Okinawa y discípulo del Maestro Choshin Chibana.
El encuentro con Koyu Higa Sensei
De mirada tímida, reservado y a la vez amable, de expresión serena y a la vez atenta, Sensei Koyu Higa, de 49 años de edad pero sin canas ni arrugas que den recibo del tiempo transcurrido, me saluda con la típica reverencia japonesa acompañada de una sonrisa y un apretón de manos en el que no deposita fuerza alguna. Establece un equilibrio entre su mano y la mía.
Escorpiano, nació un 11 de noviembre de 1973 en Okinawa, es el menor de tres hermanos, uno de ellos se mudó de ciudad y ya no practica karate, pero su hermana mayor sí, aunque aclara que solo un poco. A lo largo de la entrevista hará gala de un pensamiento abierto, alejado los preconceptos que los occidentales tenemos de un sensei japonés y de una prudencia singular, aquella que sólo poseen los grandes maestros. Es fácil imaginarlo de viejo, calmo y con la palabra certera como un tsuki (puñetazo).
Entramos a uno de los salones del hotel en el que se aloja, ubicado en la zona de Vicente López, cerca del río en Buenos Aires y no muy lejos del mítico Dojo del Sensei Pedro Fattore en el Club River Plate, donde en unas horas Sensei Koyu Higa impartirá su primera clase en Argentina. Afuera hace calor. Nos disponemos a comenzar la entrevista, cuesta romper el hielo, Koyu habla en un tono de voz muy bajo, como si no quisiera despertar a nadie de la siesta, aunque estamos en una sala vacía y lejos de las habitaciones.
Poco a poco se va soltando, como buen karateca mide a su interlocutor, no se apresura, juega con el tiempo y reflexiona antes de hablar. Nos cuenta que sus inicios no fueron en karate, sino en judo, el karate llegaría más tarde con su adultez, a la edad en la que ya podría tomar sake o awamori sin el permiso de sus padres. Salta a la vista que es una buena persona. Es sensible. Confiesa, entre risas, que de pequeño era un niño “no muy tranquilo” al que su mamá lo vivía retando y al que su padre, el Sensei Minoru Higa, que era bastante “meticuloso”, tampoco le perdía pisada. Y si bien fue criado en un ambiente estricto, siempre lo dejaron tomar sus propias decisiones.
¿Cómo es su padre Minoru Higa como maestro?
Mi padre como maestro es excepcional, es un fuera de serie, pero que tu padre sea también tu maestro tiene un peso extra. Es una relación intrafamiliar muy directa y si bien hemos aprendido a separar el dojo del hogar, sigue siendo una situación especial.
¿Cuáles son las principales características de la escuela kyudokan?
El karate kyudokan se especializa en el tsuki, sé que es algo común al karate en general, pero nuestra escuela pone mucho énfasis en el entrenamiento y el estudio profundo del tsuki.
¿Podría corregirme el tsuki?
Si, por supuesto…
El karate se origina como un sistema de defensa personal. ¿La autodefensa sigue siendo importante dentro del karate?
En la antigüedad y hasta no hace tantos años, todos querían hacerse fuertes a través de la práctica del karate, pero en la actualidad, desde mi punto de vista, el karate es una preparación del corazón, del espíritu, más que un medio de defensa personal. Considero que está muy ligado a la filosofía del budo. Aunque claro que en el caso de tener que defenderse se puede utilizar, pero no sería ese el sentido primario de la práctica.
¿Entrenan kumite en los dojos Okinawa?
Sí, aunque en nuestros dojos, priorizamos la preparación del espíritu y hacemos mucho entrenamiento de kata y en menor proporción combate.
¿Qué son los katas y qué función cumplen?
Cuando los creadores del karate pensaban los katas, lo hacían con la intención de dejar asentadas las técnicas. Hoy en día, cuando yo practico y enseño los katas pienso en cuál hubiese sido el sentido original que dio nacimiento a cada una de sus técnicas.
¿Piensa en el bunkai?
El bunkai lo que te da es el análisis de las técnicas, pero el verdadero sentido de la técnica radica en no leerla con literalidad. Es decir, un golpe no siempre es un golpe y un bloqueo no siempre es un bloqueo. La riqueza está en entender que cada técnica puede ser utilizada de diversas maneras. No hay nadie capacitado para decir que en tal kata, tal movimiento tiene tal significado, un bloqueo también puede ser utilizado como un ataque. Yuchoku Higa Sensei enseñaba que un kata es un kata y debe practicarse como tal, y que una técnica es una técnica y también debe practicarse como tal. Pero después está en cada uno de nosotros adaptar esa técnica a la realidad, que nunca es igual y es siempre impredecible.
¿Entonces el bunkai es una libre interpretación de acuerdo a las posibilidades y cualidades de cada practicante?
La verdadera aplicación del bunkai está en poder analizar una técnica de diversas maneras, si nos dicen esto es así y solamente así, nos limitan la posibilidad de utilizar el karate como un método de defensa. Entonces, cuando uno entrena una técnica, tiene que pensar en las diversas posibilidades de utilización que esa técnica nos brinda. Incluso variarlas si es necesario, eso nos dará más posibilidades de adaptación en función de las necesidades reales –Sensei Sobrero destaca que en una práctica con Sensei Minoru Higa, los hacía practicar tsukis sacándolos desde diversas posiciones y ángulos, rompiendo con los esquemas tradicionales–.
¿Cuáles son las principales diferencias entre el karate japonés y el okinawense?
En Okinawa las técnicas se siguen enseñando de la misma forma, generación tras generación, conservando el sentido original. En el karate japonés se practica la técnica, pero pensándola siempre como un medio de autodefensa, a través de su ejercitación.
¿En Okinawa el karate es más cultural que defensivo?
Sí, el karate en Okinawa es cultural, pero también se puede utilizar como un medio de defensa, de lo contrario perdería parte de su sentido.
¿Usted lo ha utilizado como medio de defensa?
No, no… Risas
¿Puede probar con Adrián? (Adrián es el traductor de la entrevista)
Más risas…
¿Qué opina del karate deportivo?
Es muy bueno, excelentemente bueno, porque si bien es un deporte, sirve para mantener el cuerpo en forma.
¿Cómo define un okinawense la lealtad hacia un maestro?
Es una pregunta difícil, porque en mi caso mi maestro es mi papá. Si bien dentro del Dojo es mi Sensei y no mi papá, como usted sabe, la relación es directa y familiar. Sin embargo, pienso que uno puede aprender de diferentes maestros para progresar, tomar cosas de otros estilos que mejoren tu karate. Otra cosa es cambiar de maestro.
Cuando muere un maestro, muchos de sus discípulos se dispersan y arman su propia escuela. ¿Cuál es su visión sobre esto?
Cuando falleció Sensei Yuchoku, muchos de sus alumnos continuaron haciendo kyudokan bajo otro nombre y con una impronta personal –incluso en vida él habilitaba a esto si le parecía pertinente–, pero el maestro siguió siendo siempre Yuchoku Higa. Yo no veo mal.
Cuando falleció Sensei Fattore, sucedió lo mismo en Argentina y surgieron varias escuelas que se desprendieron de la Kyudokan Renshukan fundada por Pedro Fattore bajo la tutela de su padre, Sensei Minoru Higa. Dos de ellas lo honran con su nombre, Kyudokan Fattore Dojo y Kyudokan Renshukan, pero como usted lo describe, si bien todas funcionan en forma independiente, todas lo hacen enseñando kyudokan.
Por eso lo importante es que todas las escuelas puedan seguir funcionando con Kyudokan de Okinawa y de esta forma conservar la tradición y el espíritu de nuestro karate, aunque existan pequeñas diferencias entre el Kyudokan de Okinawa y el de occidente.
Este año se cumplen 10 años de la partida de Sensei Pedro Fattore, quien ha sido alumno de Yuchoku Higa y alumno directo de su padre Minoru Higa. Pedro Fattore constituye un símbolo para el karate argentino y para el karate kyudokan. ¿Cómo era considerado Sensei Pedro Fattore en Okinawa?
A Fattore Sensei se le tiene mucho aprecio en Okinawa. A diferencia de Oscar Higa Sensei cuyo karate kyudokan, de a poco fue cambiando, Pedro Fattore Sensei supo mantener el espíritu de Okinawa en el karate y la forma en que se enseñaba antiguamente el karate. Fue muy tradicional en ese sentido. Fattore Sensei fue a Okinawa por karate y sin saber hablar japonés, sólo por karate y para mí eso era increíblemente destacable. Cuando me dijeron de venir a Argentina, yo sentía la necesidad de aprender a hablar español antes de poder viajar, pero su ejemplo me incentivó a venir y hoy estoy nuevamente aquí.
Gracias al Sensei Marcelo Sobrero hoy podemos disfrutar de su visita y entre otras actividades dictará una clase en el Honbu Dojo de Pedro Fattore en el Club River Plate, hoy a cargo de Sensei Fernando de Arca (primer alumno directo de Pedro Fattore en ser graduado cinturón negro). De alguna manera, hoy usted estará ocupando simbólicamente el lugar de Sensei Pedro Fattore ¿Qué sentimientos le provoca esto?
De ninguna manera podría ocupar el lugar de Fattore Sensei, lo que quisiera es que todos puedan experimentar la misma sensación que tengo yo cuando practico karate en Okinawa. Si logro que todos se sientan bien con la práctica, será reconfortante para mí.
¿Por qué cree que el karate tiene tantos adeptos en el mundo?
Pienso que, si bien el karate posee técnicas de ataque y defensa y da sensación de fortaleza, su objetivo real es alcanzar la paz. Creo que esto es algo que la gente percibe y es por eso que el karate tiene tantos adeptos en el mundo.
Muchas gracias Sensei Koyu Higa y bienvenido a Argentina.
Autor: Ariel Garofalo, director de Mokuso
Fotos: Mokuso
Traductor: Adrián Abbondandolo
Agradecimientos: Sensei Marcelo Sobrero / Daniel Gutraich
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