En el artículo anterior Kata: La cápsula del tiempo, abordamos al kata como si fuese un libro de notas en el cual el alumno apunta aquellos puntos clave de las enseñanzas recibidas. Continuando ese camino, les propongo que en esta ocasión nos adentrémonos en las consecuencias que esto tiene para el estudio de karate y del kata en sí mismo. Tenemos que pensar qué contextos tácticos son los más comunes, para entender los conocimientos que el kata nos transmite. Un “villano o rufián” nos va a agredir y nosotros tenemos que usar nuestras técnicas.
Automáticamente, tenemos que descartar técnicas como oi-zuki, mae-geri o yoko-geri. Las agresiones comienzan a ser más propias de un lenguaje callejero y esto nos obliga a cambiar otros aspectos.
La distancia de acción ya nunca podrá ser tan larga como para lucir las técnicas al ejecutarlas. El contexto del kata nos obliga a colocar un agresor sucio, rastrero, a ponernos en una situación donde nos enredamos de forma caótica en una lucha desesperada por preservar nuestra integridad o incluso nuestra vida.
Acto seguido nos topamos con una pregunta inminente. ¿Por qué entonces el kata no se parece a lo que puede salir de un enfrentamiento como el anteriormente descrito?
Eso principalmente tiene su consecuencia en 4 apartados diferentes:
1) Hojo Undo: Para estar preparados para la defensa personal, es imprescindible tener una buena forma física. El kata nos ofrece la posibilidad de practicar las técnicas y conceptos de karate a la vez que fortalecemos músculos tendones y aumentamos nuestra densidad ósea realizando posturas isométricas exageradas, por ejemplo.
2) Geometría: Una forma mucho más sencilla de aprender y enseñar kata es darle estructuras geométricas, y no solo a las posiciones y recorridos, sino a las técnicas que se ejecutan en sí. De forma tal, que los patrones nemotécnicos se generan solos en nuestro cerebro.
3) Minimalismo Japonés: Japón es una cultura especialmente minimalista. Todas las expresiones artísticas de su cultura representan el minimalismo en movimientos, gestos, etc. Es por eso por lo que al pasar de Okinawa a Japón el karate sufre cierta reducción a lo que esencialmente se consideraba necesario por la cultura japonesa. Sin contar claro, con los problemas políticos y propagandísticos de la sociedad militarizada de la época.
4) Competición: Continuando con las transformaciones de los katas, ni qué decir de todas aquellas variaciones que se han realizado desde un punto de vista estético y buscando la espectacularidad para promocionar, desde las federaciones deportivas, las competiciones de karate.
Es por todo esto que, para poder entender el kata, hace fata deconstruirlo. Realizar un proceso histórico inverso e intentar con ello desechar el posible “ruido” que se nos genera cuando trabajamos los famosos e importantísimos “Bunkai”. No tener en cuenta la geometría, eliminar minimalismos, posibles añadidos típicos de la competición, evitar exageraciones para hacer los movimientos más naturales, teniendo en cuenta el hojo undo implícito en el kata y contextualizar correctamente al atacante.
De esta manera pasaremos de esos bunkai cinematográficos que se ven en los campeonatos del mundo de la WKF, a algo más parecido a lo que podemos encontrarnos en la vida real.
Por último, necesitamos un método de entrenamiento eficiente que nos permita automatizar las respuestas a estas agresiones típicas y realmente haga del kata una caja de herramientas para el practicante. Para ello yo propongo un método que hasta ahora ha dado muy buenos resultados y ha permitido a los practicantes de karate descubrir tanto las técnicas que más dominan como aquellas que necesitan de mayor estudio o entrenamiento.
Este método pasa por 5 fases diferentes:
1) La asimilación de la técnica. Practicaremos de un modo lineal y fijo, en que el oponente se presta como un muñeco a recibir todo el trabajo, favoreciendo incluso la realización del mismo. A base de repetir una y otra vez los movimientos, el practicante los interioriza.
2) La asimilación de los conceptos. Teniendo la técnica interiorizada el practicante debe comenzar a ver cuáles son los puntos más importantes y qué me trata de decir «entre líneas» el kata. No limitarnos las técnicas concretas, sino a las estrategias que esconden las mismas, las cuales podrán ser aplicables en otros contextos.
3) Enfrentar la resistencia. Ejecutando lo aprendido ante un oponente que se resiste. Al principio, dicha resistencia debe ser ofrecida de una forma muy superficial y casi inexistente. No obstante, a medida que se avance en la habilidad para encajar las técnicas, irá incrementando el nivel de resistencia periódicamente. De este modo, obligamos al practicante a reestudiar la situación y adaptarse en función de lo que está haciendo el oponente.
4) El oponente despierto. La cuarta fase es de las más complicadas y la que, probablemente, requiera más tiempo de práctica. Es aquí cuando el oponente, además de ofrecer una resistencia, incluye respuestas agresivas a las acciones del practicante. Es aquí donde puede atacar con distintos agarres, propiciar algún golpe o derribar al practicante si lo viese oportuno. Es la fase del oponente despierto.
5) Riai–Tegumi. Por último, llegamos a la fase más divertida. Aquí es donde el oponente se vuelve también practicante y entre los dos realizan un Riai–Tegumi (Un sparring enfocándose en el propósito de karate). Este debe estar ceñido al kata o a la parte del kata que se esté practicando. Será un enfrentamiento en el que ambos intentarán desarrollar las técnicas del kata o la combinación de katas que deseen. Es muy interesante ver cómo se intentan desarrollar esas técnicas y cómo se genera un ambiente caótico e impredecible, aun estando regidos por un patrón o norma como es el del kata estudiado.
La plena libertad
Una vez asimilado este tipo de entrenamiento podemos añadir una sexta fase, aunque ya no entraría en el entendimiento del kata, la cual corresponde a realizar diversos enfrentamientos, con plena libertad, en los que cada practicante puede desarrollar las técnicas que considere, correspondan al kata que correspondan o a ninguno. Esto es lo más parecido a un combate callejero de agresión no consensuado que puede encontrarse un karateka en un entrenamiento, por supuesto, controlado.
«Kata debe ser entrenado diligentemente, pero no debemos estar limitados. Hay que desdibujar, a partir del kata, para crear formas sin límites. De lo contrario, será un entrenamiento inútil»
Hinori Otsuka
Autor: Sensei Mario Bordón
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