Cuando occidente descubre el Budo japonés (Camino del Guerrero), intenta dar con una traducción y llega al término “artes marciales” (del lat. Martialis, que alude a Marte, Dios de la guerra), el cual es impreciso, pero resultó funcional.
Budo es un término que antiguamente abarcaba mucho mas que las técnicas de lucha, sino también un conjunto de filosofía, normas éticas y morales, etiqueta, etc. El kanji Bu 武 se construye con dos caracteres que significan 止 “tome/dome” (parar) y “hoko” (lanza) 戈, o sea “parar la lanza”. Representa a un guerrero destinado a luchar para frenar la violencia (1). El Kanji “Do” 道 significa “camino” y representa la corriente filosófica y espiritual taoísta chino, y se ha extendido para incluir a otras corrientes.
Con todo esto, el guerrero representado por “Bu” 武, es un hombre/mujer que lucha por dominarse y perfeccionarse a si mismo a través del arte del combate. Dependiendo de la persona y de la escuela en donde practique puede absorber mas o menos componentes filosóficos, aunque en la actualidad todo se construye mezclando elementos que son propios de nuestra tierra con aquellos que vienen de Asia.
Muchos componentes del Budo pueden colarse en el espíritu de las Fuerzas Armadas, pero aun así existen grandes diferencias. La primera y principal en su razón de ser: los militares integran fuerzas destinadas a defender la soberanía de un país y pueden ser convocados para otras funciones haciendo uso de armamento moderno. Además, perciben un sueldo y deben obedecer una cadena de mando.
Los artistas marciales se movilizan a entrenar y difundir su arte en base a su propia voluntad, pueden o no cobrar (depende de la intención y habilidad comercial de cada quién), el verticalismo que existe entre maestro y alumno dura mientras haya un pacto educativo entre los actuantes y no hay obligación legal de responder a ningún mandato que emane del mundo de las AAMM, mas que el de mantener el sentido de pertenencia a una organización.
Son cosas tan diferentes que cuesta imaginarse que un día nos despertemos recibiendo una nueva denominación: “Artes militares”. Pero supongamos que sucede algo que nos acerca mas a las “Artes Militares”, promoviendo cambios que justifiquen el nuevo término.
Una de las preguntas propuestas por Mokuso es “¿Los padres enviarían a sus hijos a hacer “artes militares”? Y lo que me pregunto es “¿yo querría ser parte de estas ‘Artes Militares’?”. Sin dudas soy una luchadora que defiende su hogar, su familia, su dojo, a capa y espada, en lo simbólico y en lo real. ¡Creo que sería muy capaz de responder a un llamado a defender a mi patria contra un invasor!
Pero cuando no hay un conflicto semejante, necesito ir por ahí cuestionándolo todo, como medio para aprender, y desobedecer todo aquello que me parezca injusto, ilegítimo o ilegal. Para mí esto es Budo, es la defensa de mi integridad y mi dignidad, es mi derecho a recorrer el Do a conciencia, dedicando a cada cosa el tiempo que me demande. Budo es una herramienta para sostener mi soberanía personal.
Esto parece incompatible con la vida militar, en donde la obediencia a la cadena de mando se impone por sobre todo individuo, haciendo bastante complicado o tortuoso tener un camino diferente al ordenado.
Y respecto a la pregunta original sobre si “Los padres enviarían a sus hijos…” yo creo que depende mucho de los cambios que haya detrás del cambio de denominación. Un cambio de palabras puede ser fácil de aceptar con una buena campaña de marketing, pero un verdadero cambio hacia una vida más “militar”, si se quiere, no sería fácilmente aceptado por los padres de hoy.
Nunca es bueno generalizar, hay paternidad de todos los colores y matices, pero una cosa es cierta: pasamos de un mundo en donde la opinión de los infantes no era tenida en cuenta casi en absoluto, a uno en donde tiene muchísima importancia, tanta que a veces raya lo malsano.
Así que, en última instancia, no serían los padres los que elijan si les gusta o no el nuevo “arte militar”, sino más bien si la moda entre los chicos se impone y si a éstos les gusta o no. Luego se verá que nueva pugna se genera, hay tiempo de sobra para armar polémica, pero lo cierto es que hoy la última palabra la tienen los chicos.
Autor: Sensei Cecilia Salbuchi
Escuela: Uechi Ryu Yoshukai
Graduación: 5º Dan
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