Historia, Cultura y Proceso de Socialización. El tiempo que los niños y adolescentes transcurren en las escuelas durante los nueve años de educación obligatoria es el que influye de modo decisivo en su proceso de socialización, mucho más que el que pasan con sus familias. Allí aprenden los rasgos básicos del comportamiento que deberán exhibir como adultos para poder sobrevivir en el seno de la sociedad japonesa. ¿Cuáles son esos rasgos básicos? El primero y fundamental es aprender a no decir lo que sienten aún cuando esto signifique ocultar la verdad. Hay una “verdad oficial” que todos deben adoptar acríticamente y con gran frecuencia otra verdad que todo adulto debe saber ocultar. Según mi experiencia, esta es la diferencia más importante entre un comportamiento deseable tal como se lo entiende en Japón y en el mundo occidental: en Japón ocultar la verdad y aceptar el discurso oficial aún sabiendo que está falseando la realidad es un comportamiento deseable, es el modo en que todo adulto debe comportarse. Y los niños aprenden a comportarse de este modo en las escuelas. Esta forma de interactuar es un elemento básico de las relaciones sociales en la vida cotidiana.
Lo que aquí llamo “discurso oficial” o “verdad oficial” es conocido en japonés como tatemae. Los ideogramas con los que se escribe tatemae significan “lo construido delante”. Se refiere a una construcción y no a algo que sencillamente ha ocurrido. El término remite a una fabricación de la historia según los deseos de quienes detentan el poder que la legitima. Pero no se trata solo de eso. Tatemae remite al comportamiento de todo el mundo en la vida cotidiana. No es necesario que exista una relación de poder de por medio. Al hablar con un vecino se evitarán temas sobre los que es mejor no hablar, por miedo de ofender al interlocutor o de mostrar un punto de vista personal sobre un determinado tema. El resultado es que la conversación adopta un tono ambiguo en que uno nunca sabe lo que piensa el otro. Se habla sobre temas intrascendentes. Los comentarios sobre el tiempo son el tema preferido. En el propio seno de la familia reina la incomunicación y esto se debe a la incapacidad para expresar los propios sentimientos que es consecuencia del proceso de socialización y a considerar que lo que ha ocurrido en el trabajo o en la escuela no son temas que incumban al resto de los miembros de la familia.
El antónimo de tatemae es honne. Los ideogramas con que se escribe este término significan “el sonido real” o “el sonido verdadero” y remiten a lo que la persona realmente siente o piensa. Una persona que insiste en expresar sus sentimientos, su honne, corre peligro de ser tratado de baka shojiki, es decir, de ser estúpidamente honesto. En la empresa, en la escuela, en la escena política o en la propia casa, hay que tener mucho cuidado con expresar los propios sentimientos. Como consecuencia de todo esto, ocultar la realidad es un comportamiento no solamente aceptado sino también impulsado por educadores tanto en las escuelas como en los lugares de trabajo, ya que estos últimos son el ámbito por excelencia en que se debe acatar el tatemae. Un trabajador o empleado que insiste en explicar su propia interpretación de los acontecimientos habiendo ya una verdad oficial a ser acatada corre serio peligro de ser derrotado en la competencia presente en el mercado de trabajo interno de la empresa. Más allá de ello, en cualquier ámbito de la sociedad, una persona que insiste en dar explicaciones racionales para demostrar que una “verdad oficial” está lejos de dar cuenta de los acontecimientos es acusada de ser rikutsuppoi o “fanático racionalista”, término despectivo que es suficiente para descalificar al interlocutor. Los extranjeros suelen ser considerados en estos términos, a menudo en secreto, ya que ellos no han sufrido el proceso de socialización que tiene lugar en las escuelas y empresas japonesas, y cuentan con que demostrar algo en términos racionales tiene un alto valor en otras latitudes. Este modo de comportarse que privilegia el ocultamiento de la verdad es típico del ámbito militar, en el sentido de que implica una obediencia ciega a los cánones que deben ser aceptados y otorgan un valor nulo a pensar o razonar por sí mismo. El ambiente disciplinario de la escuela coincide con esta forma de socializar a los futuros adultos.
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Este modo de entender la realidad fue impuesto durante el shogunato Tokugawa, a partir de los siglos XVII y XVIII. El shogunato durante el proceso de centralización del poder impuso a la población un control tan estricto que cualquier expresión que desentone con el discurso oficial podía ser objeto de la violencia estatal a nivel individual, familiar o aún de la aldea. La población se vio obligada a repetir el discurso oficial y cada uno tuvo que guardar para sí mismo lo que entendía que era la verdad. Hubo rebeliones frente a estas imposiciones, aunque los desencadenantes inmediatos de las rebeliones campesinas fueron carencias materiales debidas a la escasez provocada por malas cosechas y la distribución injusta de la producción agrícola. Lo cierto es que con el correr del tiempo, lo que es un producto histórico de la dominación del poder central fue convertido por el discurso oficial en parte de la “cultura japonesa”. Este modo de dominación fue reforzado después de la Restauración Meiji. Las autoridades importaron lo que consideraron necesario para acelerar el proceso de modernización pero no abandonaron formas de dominación que habían probado ser eficientes y que ya estaban incorporadas en la vida cotidiana de la población. Convivir con dos discursos se había convertido en sinónimo de normalidad y esto facilitaba el control social.
Autor: Luigi Alberto Di Martino
Este artículo es un fragmento del capítulo 3 del libro “31 años en Japón -ensayo autobiográfico sobre la sociedad japonesa contemporánea-”, gentilmente cedido por su autor para publicar en forma exclusiva en mokuso.ar
Presentación del autor: Mi nombre es Luigi Alberto Di Martino. Nací en Buenos Aires en el seno de una familia de origen italiano. Después de cursar estudios primarios y secundarios en el Instituto La Salle Florida, cursé la Licenciatura en Economía en la Universidad Nacional de Buenos Aires. Trabajé durante unos meses en una empresa pero deseaba seguir estudiando. Viaje a México con el objeto de cursar la Maestría en Economía en la División de Estudios de Posgrado de la Universidad Nacional Autónoma de México. Una vez graduado curse otra maestría, ya que no había doctorado, en la sección de Estudios Japoneses del Centro de Estudios de Asia y África de El Colegio de México. Corría la década de 1980 y Japón disputaba el liderazgo de la economía mundial a los Estados Unidos. Desde la década anterior investigadores de diversos países llegaban a Japón con el objeto de estudiar las causas del rápido crecimiento de la economía japonesa y su expansión a nivel global. Una vez concluidos mis estudios en El Colegio de México viajé a Japón con una beca concedida por la Universidad Hosei, situada en Tokio, para dedicarme a la investigación durante un año. Posteriormente cursé el Doctorado en Economía en la Universidad de Kioto y recibí el título de Doctor (Ph.D.) en Economía. Durante casi tres décadas trabajé, primero como profesor de tiempo parcial (los primeros 12 años) y luego como profesor titular (16 años), en diversas universidades japonesas. Una vez retirado comencé a escribir sobre la sociedad japonesa contemporánea. Hasta el momento he escrito dos libros de ensayos y una novela. El primer libro de ensayos combina mis experiencias durante 31 años de estadía en Japón con un estudio crítico sobre diversos aspectos de la sociedad japonesa contemporánea. El segundo consiste en un análisis del imaginario social japonés, donde podrá encontrar características del modo particular de interacción social normalmente adjudicado a la cultura japonesa y los cambios ocurridos a nivel psicosocial, social, económico y político durante las últimas décadas. En estos momentos estoy dando el segundo y tercer curso sobre este libro en español. Encontrará una descripción de su contenido en la página dedicadas al curso. El tercer libro es una novela histórica ambientada en Japón antes, durante e inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial.
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