Zanshin expresa el concepto de vigilancia o alerta, aunque esta técnica posee connotaciones que van más allá de la pura estrategia marcial. Los maestros de budo enseñan que Zanshin es, también, una forma de exteriorizar la vigilancia durante y después de la acción. Existen como veremos varias formas de Zanshin, pero son tres las más importantes. En todas ellas comprobaremos su vinculación directa con el concepto Ki y Kiai, además de su relación con las doctrinas del Hara (Haraguei), tan estimadas por los orientales.
1. Zanshin negativo
Se trata de un estado natural, a veces muy desarrollado en ciertos individuos, que les permite una rara percepción de las situaciones de peligro. Esta sería equivalente al estado de alerta de los animales salvajes, o del hombre primitivo acosado por los depredadores. Este primer Zanshin sería de polaridad evidentemente negativa, centrada sobre el temor de perder las posesiones o la personalidad individual con sus atributos transitorios. Este Zanshin estaría centrado sobre el propio sentimiento del yo individual y podríamos calificarlo como egocéntrico. Corresponde más a un estado natural que a una capacidad desarrollada con entrenamiento y voluntad. Al ser de naturaleza incontrolada, sus efectos pueden ser tanto benéficos para el individuo como perjudiciales, entrañando a menudo una hiperestimulación del Saika tanden (región del abdomen), con todas las alteraciones y explosiones emocionales que ello conlleva.
Los extremos cambios emotivos, las explosiones de cólera o las desmoralizaciones psicológicas de un individuo (e incluso de algunos grandes expertos de las artes marciales) denotan una hipersensibilización de esa zona, provocada generalmente por una excesiva centralización de los pensamientos sobre el yo individual. Muchos tipos de enfermedades están relacionadas directamente con este factor de desequilibrio.
2. Zanshin neutro
Es más de una disponibilidad especial para responder a un estímulo exterior, que de un instinto natural incontrolado y susceptible a influencias exteriores. Es el Zanshin de un budoka entrenado o de un meditante. En este tipo de Zanshin, el hombre ya ha encontrado (después de arduos esfuerzos y muchos años de duro entrenamiento) la ubicación del Ki, lo que los orientales llaman Punto Uno (Saika-no-itten). Es decir, el centro del Hara, donde transcurrirán todas las acciones o acontecimientos. Es un punto de estabilidad que, merced al control respiratorio, genera una calma progresiva de la mente y una actitud de serena espera. De este tipo de Zanshin derivan los estados mentales tan deseables en budo, que los maestros han dado en llamar Mizu-no-Kokoro (espíritu como el agua) y Suki-no-kokoro (espíritu como la luna). Es desde todo punto de vista el estado medio más deseable para un budoka, pues en él se encuentra la calma en la acción y la estabilidad en medio del maremagnum cotidiano. La meditación Zen es una ayuda extremadamente valiosa para su desarrollo. Este segundo Zanshin, sin embargo, es todavía susceptible de alteraciones y no es difícil caer en el estado anterior si el entrenamiento se detiene o la meditación no es correctamente dirigida. Para el desarrollo de este estado, las técnicas de kakie e irikumi sin protección alguna nos obligan a estar absolutamente presentes en cada instante (enseñanza típicamente Zen) y aceleran considerablemente un proceso que podría llevarnos muchos años.
3. Zanshin positivo
Este tercer tipo de Zanshin, si bien aún no es definitivo, sí que es un estado considerablemente alto en la práctica del Bujutsu. Superada la etapa del temor que provoca la vigilancia en los individuos poco desarrollados interiormente o egocéntricos, lograda una cierta disponibilidad en la acción sin pérdida de la calma, se llega a este Zanshin dominado solo por los más grandes expertos. Este es el Zanshin que todos deberíamos esforzarnos en conseguir, pues se trata de una poderosa irradiación desde el interior que rodea al adversario e inhibe o neutraliza su espíritu hostil o su agresividad. El verdadero Ki la fuerza del Kiai, que no necesariamente ha de ser audible. Se trata más bien de una potente emisión de la energía interior hacia el exterior. Es este estado el que ha permitido a ciertos Samuráis llegar a ser tan célebres. De él derivan los extraños fenómenos de premonición o de intuición de una agresión, de los cuales existen tantas leyendas en el Japón.
Para el desarrollo y control del Zanshin (el espíritu alerta) se hace necesario un cierto dominio de las técnicas respiratorias y un conocimiento de sí mismo que sólo la meditación cotidiana puede aportar.
El último análisis es el control de la mente, la clave maestra de esta ciencia milenaria, y para ello, unas simples técnicas o un entrenamiento enfocado casi exclusivamente a la cultura física son totalmente insuficientes. Vivir el instante, participar de una vida plena, vivida intensamente, entrenarse llegando al límite mismo de la resistencia física y de la realidad, tal como los antiguos guerreros lo hacían por razones de la propia supervivencia. He aquí el misterio de la presencia del espíritu que hemos dado en llamar Zanshin. El secreto sigue siendo la entrada en sí mismo.
Autor: Sensei Gerardo Balves
7º Dan Kobayashi ryu Kyudokan
Coordinador del Grupo internacional de Dojos Kyudo Mugen Kyudokan
Foto: Pixabay
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