En japonés “Ukeru” significa recibir y “mi” hace referencia al cuerpo. Ukemi significa “el cuerpo que recibe”.
“El Ukemi nos enseña que cada vez que caigo, me tengo que volver a levantar con el mismo envión con el que he caído y continuar en el camino.”
“En la práctica constante y metódica trabajamos la paciencia, la perseverancia, la constancia y vencemos el miedo a la frustración, porque aprendemos a no frustrarnos en cada caída, pues caemos todo el tiempo.”
En medio de la euforia mundialista, no podía dejar de pensar en la historia de Messi, en sus “caídas”. Quizás, sentir la felicidad memorable de sus hazañas sea un aspecto más sencillo de reconocer, los seres humanos nos aferramos a las satisfacciones y victorias. Sin embargo, por más que nos empecinemos en esconder, guardar, negar las experiencias dolorosas y las frustraciones, ellas son parte de nuestro aprendizaje de vida. Y ese es el aspecto, que más quiero destacar.
Nacido en Rosario, emigró tempranamente. Tratamientos corporales de por medio, se fue destacando en su temprana adolescencia en el lejano continente europeo. Su camino incluyó numerosas victorias que lo colocaron en la cúspide del fútbol mundial, pero también numerosas derrotas e incluso la renuncia al equipo nacional.
Pero se levantó. En cada oportunidad y con una tenacidad casi silenciosa. Incluso, con una actitud marcial, defendiendo su lugar y a su equipo.
Madurez, armonía y comunión
Siguiendo esta línea de pensamiento, me pregunto: ¿Cómo nos levantamos de las derrotas? ¿Qué cambia en nosotros?
Si también aprendemos de las frustraciones, estos aprendizajes dejan marcas. Porque nos enseñan que no todo está al alcance, cerca, de manera satisfactoria. Hay que moverse, transpirar, cambiar, para alcanzar lo que se resiste. Ya no somos los mismos, algo cambia para siempre en nosotros. Y con los otros.
“El cuerpo que recibe” es el cuerpo que no se encuentra disociado de la mente y del espíritu. Es un cuerpo ligado a un contexto, a una época y a los otros. Fundamentalmente, a los otros, ya que, el levantarse nos transforma, y nos permite influir en los demás, transformándolos.
Es de destacar, la labor del capitán y su liderazgo actual. Pensaba en esas fotos que circulaban en las redes, con un Messi más joven tomando de la mano a pequeños que se convirtieron en jugadores del equipo nacional. Tomar de la mano, guiar, conducir. No de una manera unilateral, sino en la asimetría de los lugares diferentes que cada uno ocupa, pero en la simetría de la reciprocidad del reconocimiento mutuo.
El camino de la transformación
Pienso en las caídas. Pienso en la energía que circula en el tatami, cuando se encuentran las diversas caídas de diferentes personas e historias. Pienso en “lo común”, lo que nos une a través de la práctica y el compromiso con los otros, que nos permite, en numerosas oportunidades, transmutar las frustraciones cotidianas, levantarnos al encontrar una mano que sostiene, que empuja, que detiene, que ayuda a levantar.
En la práctica cotidiana, encontramos dos roles: nage y uke. El nage redirecciona la fuerza y la intención de ataque del uke. Esa redirección genera un desequilibrio en el uke, lo que lo lleva a generar un Ukemi. Podemos pensar, que la caída se produce, ante la intención y fuerza redireccionada, convertida, transformada. Ambos roles pueden variar, no siempre el maestro ocupa el lugar del nage y los efectos de ese encuentro varían de acuerdo a la situación y repercuten en quienes participan de la misma.
Quizás el cambio significativo en el camino del campeón, haya sido haber ocupado, en numerosas situaciones del pasado, principalmente el rol de uke, para posicionarse en los momentos actuales, fundamentalmente en el lugar de nage. Es bien conocida la frase: “Si te caes siete veces, levántate ocho”. Mundial tras mundial, crítica tras crítica, golpe tras golpe, caída tras caída, esas experiencias también lo llevaron a ser quién es ahora.
Al llegar al final de este recorrido, se me aparece, casi como una premisa, el significado de los kanjis que forman parte de la palabra Aikido: ai significa “unión y armonía”, ki significa “energía vital” y do significa “camino”. Lo que puede ser traducido y unificado como: “El camino de la unión y la armonía con la energía vital”. La energía que tenemos y muchas veces no descubrimos ni reconocemos. Y que forma parte de nuestros intercambios con el mundo y con los otros.
Es importante en la práctica del aikido experimentar la derrota, intentando de manera permanente que las experiencias dolorosas y frustrantes no se cristalicen y se conviertan en respuestas violentas y agresivas. En palabras de su fundador Morihei Ueshiba O-Sensei, “La victoria final es la victoria sobre uno mismo”.
Autor: Gustavo Figueroa. 5º Dan de aikido-aikikai
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