Todo Sensei fue un alumno, todo Sensei fue cinta blanca, todo Sensei se amarra un lado del karate-gi a la vez; todo Sensei es humano, pero no todos los Sensei se muestran así, es más, con algunos hay que ganarse el “estar cerca” para ver su verdadero perfil. Es el caso de Sensei Nishiyama y el honor que tuve de ser de esos que aprendieron de cerca, de muy cerca.
La imagen de Sensei Nishiyama está llena de elogios y de mitos: de si hizo o no Judo, de si llegó a algún Dan en Kendo, de su paso por la escuela de negocios, de cuando crea la PAKU, la AAKF, la ITKF, de su aporte formidable a la JKA Internacional. El curriculum de Sensei Nishiyama es larguísimo y creo que nunca podríamos llegar a saber todo lo que en realidad hizo por cuenta propia. Pero el curriculum de Sensei Nishiyama no es su legado. Su legado no son las organizaciones, no son los torneos, no son las remeras de los Summer Camp.
Si bien muchos aprendieron de Sensei Nishiyama, pocos fueron sus alumnos, y por esto, muy pocos conocieron lo que sería su verdadero legado.
Lo obvio es hablar de su calidad técnica y de su aporte técnico, pero Nishiyama, como Hidetaka y Sensei, fue un hombre que invirtió todo lo que tenía para desarrollar el karate, para enseñarlo y re estudiarlo. Dedicó su tiempo extra, su dinero personal, toda su energía, para volver a examinar lo aprendido y lo enseñado, al punto de convertirse en un hombre-Sensei sin fines de semana.
Tomó como algo personal el difundir el karate por todo el mundo, no en busca de clubes, sino porque conocía lo que el karate podía hacer por las personas.
Vivió años de reuniones con el Comité Olímpico, no para organizar torneos, sino porque conocía perfectamente las necesidades y dificultades que tenían los competidores para llegar a participar de cualquier evento.
El karate de Nishiyama, a pesar de ser de altísimo nivel, no se trataba de la técnica, se trataba del karateka; y solo cuando se mira con esos ojos se entienden sus últimas enseñanzas, las que no fueron entendidas por muchos de sus seguidores, y que hasta el día de hoy proponen y publican que acortó las posiciones porque estaba viejito.
Que el legado de Sensei Nishiyama no sea tan famoso como el nombre de Nishiyama no es culpa de nadie. Sensei podía ser muy hermético y, la mayoría que llegó a tener clases con él, no llegó a tenerlo como su Sensei, mucho menos como un cercano. Es por esto que partes de su técnica todavía están presentes en varios Dojos del mundo, pero su legado sigue sin entenderse por muchos, los mismos muchos que publican fotos de sus últimos días, no por malentender su pasado, sino porque sus momentos de gloria quedaron silenciados y guardados en los Dojos de sus alumnos que perdimos más que un Sensei el día que murió.
La belleza del karate de Sensei Nishiyama es que para comprender su legado nos invita a volver a buscar al karate. Sus alumnos más cercanos mantienen un perfil muy bajo, es muy raro encontrarlos en grandes organizaciones u ostentando puestos importantes, pero al acercarse a ellos, ese legado se reconoce rápidamente, como si fuese una manada, pero una manada a la que hay que decidir acercarse.
El karate de Nishiyama se aprende de cerca, de muy cerca.
Autor: Sensei Carlos Alfaro (Chile). 6º Dan Shotokan de Nishiyama
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