Hoy vamos a hablar del arma japonesa por excelencia, nos referimos por supuesto a la katana. Esta arma se desarrolla a partir del tamahagane o acero hecho de arena de hierro, sometiendo el material a 1300º bajo un constante martilleo y plegado del incandescente metal. Este proceso es el que deja un patrón de marca de grano del metal, conocido como jigane. Algunas escuelas de forjado se distinguen por este patrón. La escuela Bizen es la más reconocida por tener el patrón de grano más bello y armónico. El tamagahane tiene una muy baja cantidad de carbono, lo que hace muy alta su pureza.
Es el material ideal para la fabricación de esta arma. La hoja de katana está compuesta por una combinación de un núcleo blando y un filo duro lo que la convierte en un instrumento muy resistente a los golpes sin perder su flexibilidad. Se necesitan hasta once artesanos para la fabricación de una katana. El afilado y pulido de la hoja consta de catorce pasos y el dibujo del filo o hamon también es característico de cada escuela. Los hay rectos, con forma de ola, con forma de picos, etc. El artesano le da su toque al momento de cubrir el filo con barro, mientras termina la fundición. De esa forma, el filo siempre será más duro que el cuerpo de la hoja. Una vez terminada la hoja se procederá a montarla en su empuñadura y fabricar su funda, que suelen ser elaboradas por otros artesanos, en madera de magnolia recubierta en pintura laqueada. La hoja solo podrá calzar en su propia funda, por eso es un trabajo de muchísima precisión. La empuñadura es de madera recubierta en piel de raya, con un trenzado en cordón de seda, algodón o cuero. El arma terminada cuenta con muchos pequeños detalles en su hoja, montajes y accesorios que la hacen una pieza única, convirtiéndola en una verdadera obra de arte que refleja belleza y simetría. Entre los principales montajes está la tsuba o guardamanos, que con el tiempo se convirtió en un importante elemento de decoración. Entre los períodos Momoyama y Edo, florecieron muchas escuelas de fabricación de tsubas. El menuki, que son pequeños accesorios de metal que van fijados a la empuñadura para afirmar el agarre de las manos. El fuchigashira, conformado por dos piezas. El fuchi y el kashira, que son las tapas metálicas o extremos de la empuñadura. Además de tener una función decorativa, cumplen con la misión de evitar que las maderas del tsuka se desarmen. Por último, el kozuka, que era un pequeño cuchillo que se colocaba oculto en una ranura de la saya y que servía para tareas diarias. No tanto como arma, aunque sí se podía arrojar al enemigo antes de atacar con el sable.
Las principales armas de filo japonesas son:
Tachi. Sable con hojas de más de 60 cm, que se portaba colgando de la cadera izquierda con el filo hacia abajo desde el período Heian tardío hasta el período Muromachi (siglos XI al XVI).
Katana. Sable con hoja de más de 60 cm, que se portaba sujetada al obi (cinturón) en la cadera izquierda, con el filo hacia arriba desde el período Muromachi en adelante. Suelen ser ligeramente más cortas que los tachi.
Wakisashi. Sable corto con hoja de entre 30 cm y 60 cm que se portaba junto a la Katana con el filo hacia arriba.
Tanto. Cuchillo con una hoja de hasta 30 cm de longitud.
La fabricación de la espada japonesa, a pesar de haber disminuido en los tiempos actuales, no ha perdido su tradición que ya lleva más de mil años de antigüedad, reflejando el sentido estético y espiritualidad de las personas que las crearon y, por supuesto, de quienes las usaron.
Autor: Jorge Orpianesi “La Ruta del Samurái”
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