El Sensei Oscar Masato Higa, hijo del Maestro Jintatsu Higa, nace en Buenos Aires, Argentina, el 28 de marzo de 1945. Desde hace más de veinticinco está radicado en Palermo, capital de Sicilia, Italia y es director a nivel mundial la Escuela Shorin Ryu Kyudokan Higa-Te en la cual ostenta la máxima graduación, 10º Dan.
Cuando en Argentina todavía no existían los gimnasios de Karate, él ya tomaba las lecciones privadas que su padre daba a pequeños grupos de la colectividad japonesa. Era un ambiente familiar en donde constantemente se hablaba de Karate y una época en la que en Argentina pocos sabían de que se trataba. El joven Oscar creció así, alternando la práctica de Karate con sus estudios de ingeniería y su otra gran pasión, la pintura, que lo ayudó a desarrollar su sensibilidad espiritual. Él ha dicho: «El Arte de la pintura y el Arte del Karate-do tienen el mismo principio Zen. En Karate se dice ‘yo no tiro el puñetazo, yo soy el puñetazo’. En pintura se diría ‘yo no pinto, yo soy la pintura, yo paso a ser pincel, me transformo en aquello que hago’. En última instancia la eliminación del Yo y la ruptura de los conceptos dualistas es común a todas las artes.»
La relación con Sensei Itaya
A principios del año 1967 conoce al Maestro Michihisa ltaya, representante en Argentina de la escuela Shotokan, cuyo principal objetivo era desarrollar el Karate deportivo en el país. El Maestro ltaya visitaba con frecuencia a la familia Higa y aprendía las características del antiguo Karate tradicional de Okinawa a través de las enseñanzas de su padre, el Maestro Jintatsu Higa. El Karate deportivo era una experiencia desconocida para Oscar, es así que a través de su padre le pide al Maestro Itaya la posibilidad de participar en los certámenes de Karate, en ambas competencias: Kata y Kumite. El Maestro Itaya acepta el pedido pero con la condición de que debía aprender los katas de la escuela Shotokan, condición necesaria en aquel entonces para poder participar en las competencias de Karate. Oscar inicia así su actividad competitiva, obteniendo múltiples éxitos en las competencias, transformándose en el primer campeón argentino de Karate y clasificándose en el primer puesto en muchos torneos, entre ellos: el Torneo Metropolitano, el Torneo Interprovincial, el Campeonato Argentino, el Campeonato Rioplatense y el Campeonato Sudamericano, tanto en Kata como en Kumite. Se convierte además en el primer cinturón negro de Shotokan en Argentina. Terminada la experiencia en el karate deportivo, continúa dedicándose exclusivamente al entrenamiento con su padre y a la difusión del Karate de Okinawa.
Los consejos de su padre
Un día del año 1969 su padre le dice: «Si vas detrás de un conejo lo podrás agarrar, de todos modos no es fácil. Pero si vas detrás de dos conejos simultáneamente seguramente no agarrarás ninguno». Oscar comprende su mensaje y decide por lo tanto abandonar todas las otras actividades y dedicarse exclusivamente a la práctica del Karate. Entrena con intensidad en jornadas de al menos seis o siete horas al día en la búsqueda y en la difusión del Karate, logrando además introducir la Escuela en distintas provincias de Argentina y en Sudamérica.
Okinawa
En el año 1976 le confieren en Okinawa el grado de 5° Dan reconocido por la Federación de Karate-do de Okinawa, adjudicándose además el máximo puntaje en la historia de la Escuela en un examen de graduación. Ese mismo año conoce al Maestro de Kobudo Eisuke Akamine, jefe de la Escuela Hozan Shinkokai de Okinawa, quien lo designa su representante en la Argentina.
El fallecimiento de su padre
En el año 1983, a causa del fallecimiento de su padre el Maestro Jintatsu Higa, se hace cargo de la jefatura de la Escuela Kyudokan en la Argentina. En 1985 obtiene el grado de 6° Dan y recibe en Okinawa el título de Representante de la Escuela Kyudokan para toda Sudamérica. En marzo de 1988 en ocasión de uno de sus frecuentes viajes a Okinawa obtiene el grado de 7° Dan Kyoshi y le conceden la Representación para toda América y el título de Director Técnico Mundial de la Escuela.
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El camino a Italia
En agosto de 1988 deja Argentina y se establece en la ciudad de Los Angeles, Estados Unidos, introduciendo por primera vez la Escuela Kyudokan en ese país. En 1989 se incorpora a la Escuela de Kobudo Ryu Kyu Kobudo Ryukonkai, que tiene como jefe de escuela en Okinawa al Maestro Kotaro Iha. A partir del año 1990 en adelante el Maestro Higa comienza a difundir el Karate Kyudokan en Italia. Llega a Milán y permanece unos meses en esa ciudad, donde se encontraba su antiguo discípulo Antonio Policrisi. Después de Milán se traslada a Pádova -Véneto- y luego a Rieti – Lazio– para arribar finalmente a Sicilia. Finalmente se establece en la ciudad de Palermo, donde reside desde el año 1995.
Distinciones y honores
El Maestro Higa ha recibido numerosas distinciones como Huésped de Honor y Ciudadano Honorario en diferentes ciudades del mundo. Su actividad en Italia y en el mundo en estos últimos años ha sido y continúa siendo prolífica: es el actual Director Mundial de la World Shorinryu Kyudokan Higa Te Karate- do Federation, ha sido miembro del Consejo Técnico y Jefe de Árbitros de Karate Tradicional de la World Karate Organization, es el Presidente y Director Técnico de la Organización Italiana de Karate-do Kyudokan de Okinawa (OIKKO).
La búsqueda de la armonía
El Maestro Higa suele decir: «La Armonía es el símbolo del Karate-do ¿Cómo puedo estar en armonía con los demás si no estoy en armonía conmigo mismo? El Karate es la vía hacia la Armonía». Refiriéndose al hecho de que todo es relativo, suele repetir su lema: «En principio todo importa. En última instancia nada importa». En otras palabras, es necesario saber dar la justa importancia a todas las cosas, pero en última instancia saber hacer el desapego de todo. También es común oírlo decir: «En el Karate como en la vida, si bien es importante comenzar y llegar, es fundamentalmente importante transitar», enfatizando el valor de vivir cada paso, cada instante, vivir el momento. Entrevistado en cierta ocasión acerca del motivo por el cual practica Karate su respuesta fue: «No diría que practico porque busco una filosofía, una experiencia mística para ser más fuerte. Practico solo porque me gusta, me hace bien, me hace feliz. El Karate es parte de mi vida y practico sin buscar una intencionalidad y sin que nada ni nadie me obligue. Como consecuencia de mi práctica consigo todos los demás objetivos».
¿Quiénes fueron sus maestros?
Mis maestros fueron, mi padre el Sensei Jintatsu Higa y también mi tío el Sensei Yuchoku Higa, pero también tuve como maestro al Sensei Michihisa Itaya de la Escuela Shotokan quien fue que me introdujo en el karate deportivo en la Argentina y por lo tanto está siempre mi agradecimiento, mi respeto y me recuerdo hacia él.
¿Qué es el karate?
Entre las tantas cosas que pueden ser para mí el karate-do, elijo, eso que normalmente la gente repite como un eslogan, que el karate es una filosofía de vida. Pero fundamentando su contenido y obviamente tratando de transmitirlo de esa forma. Por ejemplo, a una persona que empieza a practicar karate, la primera cosa que se le enseña es el saludo, la reverencia hacia adelante bajando la cabeza, no como signo de debilidad o sumisión, sino como signo de respeto y humildad. Después en el Dojo o en el lugar de práctica se enseñan y se ven distintos conceptos y valores como por ser la disciplina, la concentración, la moral, la ética, la filosofía, la paciencia, la tolerancia, el desarrollo de la intuición, el desarrollo de la voluntad, la determinación. Peros si todos estos valores se realizan o desarrollan solamente en el Dojo, en el gimnasio, sería una filosofía de Dojo, una filosofía de gimnasio, pero si en cambio lo aplicamos en todos los órdenes de nuestra vida cotidiana, entonces sí podemos decir que el karate es una verdadera filosofía de vida. Trato de tomar el karate con esta filosofía y transmitirlo de esta manera.
Con su visión y experiencia ¿Qué conceptos considera fundamentales para transmitirle a nuestros lectores?
Hay dos palabras, conceptos, que para mí tienen un significado muy importante dentro de lo que es el karate-do. El primero es el kanji japonés WA que significa armonía y el otro es el concepto de paz HEIWA, para llegar a esto, obviamente, se necesitan ciertas condiciones, conocer ciertos conceptos. Por ejemplo el concepto japonés de MAKOTO que significa corazón puro, corazón abierto, sinceridad total, ser auténtico con todos, pero sobre todo con uno mismo. SHIZUKA, la calma, la serenidad. SHINOBI, la paciencia, la tolerancia, el saber esperar el momento justo. Si a todos estos conceptos le agregamos MUSHI, no mente y MUGA, no yo, llegaremos a WA, que es como dije anteriormente la armonía total. Pero si a WA, le agregamos el kanji HEI, (habíamos dicho que HEIWA es paz). Por lo tanto para mi karate-do es la vía hacia la armonía de la paz, de la armonía total.
Después de una vida dedicada al karate ¿Qué enseñanzas han quedado en usted?
El karate, obviamente, me enseño muchas cosas. Pero en este momento, quiero hacer hincapié en el concepto del empirismo. Es decir, el hecho de hacer, de la praxis, de la práctica. Pero no es casualidad esto, cuando yo era un adolescente, un chico que hablaba y hablaba, mi padre me decía constantemente: «no digas, hacé; no hables, practicá». Después leyendo al gran sabio y filósofo chino Confucio quien una vez dijo: «lo escuché, lo explicaron y me olvidé, lo vi y entendí, lo hice y aprendí». También el gran artista plástico Pablo Picasso, dijo una vez: «la inspiración llega, pero te tiene que encontrar trabajando». De igual forma el gran maestro zen Daisetsu Teitaro Suzuki expresió: «el zen que se puede explicar no es el verdadero zen». Yo aplico todos estos conceptos de estos grandes maestros, entonces digo, en el karate también la inspiración llega, pero te tiene que encontrar entrenando y el karate que se puede explicar no es el verdadero karate. El karate se debe practicar, se debe sentir, se debe vivir.
¿Nos compartiría alguna anécdota de su padre Sensei Jintatsu Higa?
Hace muchos años, estoy hablando de finales de la década del 50, inicios de 1960, en ese tiempo yo era un adolescente y había leído que se estaban organizando en Argentina las primeras asociaciones, federaciones y organizaciones de karate. Y le hice el comentario a mi padre, recuerdo que estaba también mi hermano Benito, quien me mira y me dice: «Sí, es posible que una gran organización sea importante, pero es más importante una gran familia». Eso me quedó siempre grabado en la mente a través del tiempo y hoy por hoy en todos los lugares del mundo, donde doy cursos, seminarios, conferencias, transmito aquellas palabras de mi padre. Es por eso que nosotros nos jactamos, no con presunción, pero sí con orgullo, que la Escuela Kyudokan Higa Te es una familia mundial.
¿Qué reflexión nos puede dejar en estos momentos tan complejos que la humanidad está atravesando?
Todos saben, que estamos pasando en el mundo una época muy difícil, debido al coronavirus, es un flagelo mundial, ha provocado una pandemia que se siente en todo el mundo. Pero más allá de este problema, que esperamos que se solucione rápido, noto que en la sociedad hay mucha agresividad, mucha violencia, tenemos terrorismo, guerras, cosas que en otras épocas de mi vida no lo viví tan agudamente. Por otro lado, tecnológicamente, en los últimos años hubo un gran adelanto y sin embargo pareciera que espiritualmente estamos en decadencia. Obviamente yo no puedo cambiar el mundo, pero siempre les digo a mis alumnos, que al menos dentro de nuestro pequeño mundo del karate, jamás debemos traicionar nuestros principios. Yo estoy seguro, aunque sea una idea fantasiosa, que si todo el mundo practicara karate sería un mundo distinto. Por eso como dije antes, con respecto a WA (armonía) y HEIWA (paz), quisiera que estos dos conceptos del kanji japonés invadan el mundo. Y seguramente vamos a tener un mundo con mucha más armonía, mucha más paz y mucho más amor. Ojalá que algún día así sea. Gracias.
Muchas gracias Sensei Oscar Masato Higa por brindarnos la oportunidad de conversar con usted. Ha sido muy enriquecedor para nosotros escuchar sus palabras.
Agradezco a todo el staff de la revista Mokuso y especialmente a su director Ariel Garofalo. Muchísimas gracias.
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