En el marco del lanzamiento de su nuevo libro El Poder Educativo del Karate, los Sensei Héctor Maroli y Luis Vázquez dialogaron nuevamente con Mokuso Revista sobre la importancia de rescatar el legado pedagógico del karate en el sistema escolar, el valor de la investigación histórica y la necesidad de pensar la disciplina desde una perspectiva docente. A lo largo de la entrevista, ambos maestros comparten cómo fue el proceso de escritura conjunta, qué esperan de esta obra y por qué consideran fundamental que el karate forme parte de la formación integral de los estudiantes en el siglo XXI.
El poder educativo del karate: la propuesta del libro
Mokuso: ¿Cuál es la propuesta del libro El Poder Educativo del Karate?
Héctor Maroli: Nuestro posicionamiento busca restablecer el pensamiento del período 1908-1937 del karate en el sistema educativo formal de la prefectura de Okinawa, previo al estallido de la Segunda Guerra Mundial en 1939.
En los inicios del siglo XX el arte del Te (mano), luego denominado Karate-do, se transmitió de una generación a otra a través del sistema educativo formal mediante la educación física escolar de Okinawa.
La divulgación a Occidente del karate posterior a la Segunda Guerra Mundial cambió los objetivos sociales de la educación, restaurando la mentalidad de arte marcial y de conducta paramilitar propia de las reformas de la era Meiji y de la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Con ello se alejaba de los postulados educativos de paz y armonía que promulgó y promulga la sociedad okinawense, así como de los programas y métodos propuestos por Itosu Sensei para los educandos.
El título de la obra propone recuperar la visión del educador, su programa de enseñanza y su aplicación en nuestro sistema escolar formal, resaltando el poder educativo que posee el karate en sus contenidos físicos, morales e intelectuales.
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Karate y educación: el aporte de cada autor
Mokuso: Escribir un libro en conjunto es seguramente una experiencia enriquecedora y compleja a la vez. ¿Cuál fue el aporte principal de cada uno?
Luis Vázquez: Escribir de a dos es una gran tarea de coordinación y disposición, en la que se aprende muchísimo. Con el aporte de cada uno siempre se llega a una propuesta superadora.
En mi caso sumé, además de mi experiencia como practicante y competidor internacional, mi formación y desarrollo como docente de karate y de educación física. Estudié la currícula escolar de nuestro país (Argentina) y tomé publicaciones del Ministerio de Educación de la Nación en base a resoluciones del Consejo Federal de Educación. Esta investigación me permitió encontrar la ventana para incluir nuestra disciplina en los programas de la materia Educación Física en el ciclo primario y secundario.
También trabajé en la creación de una currícula de karate infantil, donde se detallan los contenidos a enseñar según las edades, muy diferente a los programas de exámenes tradicionales. En los exámenes infantiles se evalúan técnicas o habilidades motrices adquiridas; en la currícula propuesta en este texto hablamos de aprendizaje y desarrollo psicomotriz, psicosocial y orgánico-funcional.
Héctor Maroli: Mi aporte estuvo centrado en la fundamentación histórica del desarrollo del karate en el sistema educativo japonés y en generar una comunicación que permita a las nuevas camadas de maestros comprender que su rol es el de un docente, y no el de un guerrero como lo suelen difundir los medios de comunicación occidentales.
El futuro del karate en las escuelas argentinas
Mokuso: ¿Qué esperan del libro?
Luis Vázquez: Que sirva para mejorar la enseñanza de nuestra disciplina en nuestro país. Crear un puente entre dos mundos: los sistemas de lucha o deportes de combate, y la formación física a través de la Educación Física.
Nuestro objetivo es lograr incluir el karate en todas las escuelas de Argentina en el menor tiempo posible, con la máxima calidad educativa.
Héctor Maroli: En particular, aportar conocimientos comparativos entre el karate y la educación física, para aquellos Sensei que deseen presentar una propuesta educativa en el sistema escolar. Queremos contribuir a la formación integral de los educandos del siglo XXI.
Una amistad de más de 35 años y un proyecto común
Mokuso: ¿Cómo fue la experiencia de trabajar juntos?
Luis Vázquez: Trabajar con el Sensei Héctor Maroli es un lujo, porque es un maestro en todo sentido: con una experiencia única en nuestro país, una capacidad de estudio y tenacidad como autodidacta, y un profundo sentido de la construcción comunitaria y del rol del karate en esa tarea.
Lo encuentro en una etapa de su vida muy positiva, y este proyecto, que hoy es una realidad, es la consecuencia de cinco años de trabajo muy intensos. Todo arrancó en pandemia con el diseño y coordinación de la Diplomatura en Artes Marciales y Deportes de Combate. Luego compartimos la tarea en la Comisión de Investigación y Desarrollo de la Federación Argentina de Karate y Kobudo, y actualmente estamos diseñando y coordinando el Instructorado Nacional de Karate. Este libro es un eslabón necesario en esta cadena de mejora continua que estamos transitando.
Héctor Maroli: La experiencia de escribir esta obra se basa, en primer término, en la amistad que nos une desde hace más de 35 años. A esto se suma el tránsito de llevar adelante la idea de educar a instructores de karate y artes marciales a través de la diplomatura y el instructorado desde 2020. Este camino nos comprometió a trabajar juntos en el diseño, aplicación y conducción de cursos online en universidades y federaciones de la especialidad. Destaco el empuje y los vínculos personales que aporta Luis en todos los proyectos que hemos realizado y realizaremos, siempre en pos de compartir conocimientos para la profesionalización de los instructores del futuro. Con el deseo de seguir disfrutando esta etapa de nuestras vidas, queremos seguir aportando a las generaciones que vienen.
El tatami como espacio educativo
Con El Poder Educativo del Karate, los Sensei Héctor Maroli y Luis Vázquez no solo presentan un libro: ofrecen una mirada renovadora sobre el papel del karate en la formación de nuevas generaciones. Su propuesta invita a docentes, practicantes y amantes de las artes marciales a pensar el tatami como un espacio de aprendizaje integral, donde lo físico, lo moral y lo intelectual se entrelazan para construir mejores personas y mejores comunidades.
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