Daniel Fersztand –autor del libro Respiración e inteligencia emocional–propone el uso de la respiración como una herramienta efectiva para administrar el estrés y mejorar las habilidades blandas, aquellas que nos permiten adaptarnos a los cambios y desafíos de la vida cotidiana.
¿Cómo nació la idea de escribir Respiración e inteligencia emocional?
Este libro, antes de ser escrito, fue una serie de charlas. La primera vez que empecé a estructurar el tema de esta forma fue para un evento que se hizo en Misiones en el año 2017, llamado Vamos a ZoomAr y organizado por mi amigo y colega Pablo Lewin. En esa oportunidad, con la ayuda de su equipo, empecé a darle forma al abordaje del tema respiración. Quería que atravesara los distintos aspectos que me interesan y que a la vez pudiera ser comprensible y aplicable para un público amplio, que no necesariamente tuviera conocimientos previos al respecto. A aquella charla le guardo un cariño muy especial, puesto que fue la precursora de Respiración e inteligencia emocional.
¿Cuál es la importancia de la respiración?
La importancia de la respiración es enorme. Para empezar, de todas las funciones biológicas es la que menos tiempo se puede interrumpir. Dicho de otra manera: podemos pasar días sin comer, días sin dormir, días sin beber, pero sin respirar… no podemos sobrevivir más que unos pocos minutos. Nuestras células necesitan básicamente dos cosas para producir energía y funcionar: oxígeno y nutrientes. Sin oxígeno no hay combustión, sin combustión no hay energía, sin energía no hay vida.
El tema es que los pulmones tienen una capacidad de entre cuatro y cinco litros de volumen de aire corriente y lo que solemos usar es apenas medio litro, o sea, un décimo de la capacidad respiratoria que tenemos en potencia. ¡Un décimo! Es muy poco. De la respiración depende en gran parte la absorción de oxígeno y la eliminación de dióxido de carbono. Y de ese intercambio gaseoso dependen directamente la vida y longevidad de todos los tejidos orgánicos.
Pero hay más. Como la respiración funciona también como un nexo entre lo voluntario y lo involuntario, puede ser un recurso para equilibrar las funciones del sistema nervioso, regular los niveles de ansiedad, mejorar la lucidez y la concentración y desarrollar una mejor estructura emocional.
¿Cómo se mejora esta función?
El primer paso es tomar conciencia de la respiración. Sin el registro, sin percibirla, no hay cómo intervenir ni mejorar nada. El paso siguiente es aprender a respirar mejor. Eso involucra el conocimiento y desarrollo de los músculos respiratorios. El más importante de esos músculos es el diafragma y el primer tipo de respiración que se aprende es la respiración baja, o abdominal, que es la que se hace justamente moviendo ese músculo. Es algo que se entrena y se mejora con la práctica. Por último, hay que incorporar distintas técnicas para generar una verdadera reeducación respiratoria aplicable a la vida cotidiana y en circunstancias diversas.
¿Cuál es la influencia de la respiración en la actividad física?
Cada disciplina tiene su manera específica y recomendada de respirar. Eso, quienes mejor lo saben son los especialistas en cada área. Pero hay muchas técnicas respiratorias que se pueden aplicar para lograr una mejor oxigenación celular y un nivel más elevado de energía, regular la agitación y la aceleración cardíaca e incluso, en situación de competencia, gestionar los nervios previos. También se utilizan en los intervalos que tienen algunas competiciones entre cada prueba; por ejemplo, en la natación, el atletismo, las artes marciales.
¿Cómo impactaría la mejora de esta capacidad en el karate y otras artes marciales?
Nunca hice karate ni ninguna otra arte marcial en mi vida, así que ese aspecto van a tener que explorarlo y descubrirlo ustedes. ¡Después quiero que me cuenten! Más allá de eso, se puede aplicar lo que mencioné en la respuesta anterior. Además, hay un factor muy interesante que tiene que ver con la respiración nasal. Hay estudios que muestran que la respiración nasal está asociada a una respuesta más rápida a nivel emocional ante ciertos estímulos. Este tema es largo y está más desarrollado en mi libro, pero quiero destacar que respirar por la nariz puede contribuir a tener reflejos más rápidos y a regular los niveles de ansiedad.
¿Cuál es la relación de la respiración con la inteligencia emocional?
Inteligencia emocional es la capacidad de registrar los impulsos emocionales e intervenir voluntariamente en ellos. Gran parte de nuestra manera de actuar se basa en las emociones, y las emociones son una de las tantas áreas del psiquismo que suelen ser involuntarias, es decir, automáticas. Esto quiere decir que, por más que queramos creer lo contrario, la mayoría de nuestras actitudes son automáticas, involuntarias. Por eso, cuando queremos modificar un patrón comportamental, nos encontramos con que no es tan fácil como parece. Necesitamos algo que nos permita acceder, desde lo voluntario, a ese terreno de lo involuntario donde se gestan los comportamientos, hábitos y condicionamientos. En ese sentido, la respiración que se aprende y se entrena en el Método DeRose puede ser un recurso muy eficiente.
¿Cómo canalizar las emociones por medio de la respiración?
La respiración puede funcionar como herramienta para actuar a corto, mediano y largo plazo sobre los condicionamientos emocionales, permitiéndonos modificar comportamientos que no nos gusten. Muchas emociones producen una respuesta fisiológica específica. Por ejemplo, cuando estamos nerviosos, el corazón se acelera y la respiración se agita. Cuando algo nos sorprende o nos asusta, la respiración se corta por un instante.
Cuando estamos tranquilos, la respiración suele ser más lenta. Hay más ejemplos, pero con esto es suficiente para ver cómo las emociones se reflejan en mecanismos fisiológicos muy concretos. Lo interesante es que también se da el camino inverso. Generando cierto tipo de respiración podemos actuar sobre estados emocionales, incluso anímicos, porque el sistema nervioso es de doble mano: manda información hacia la periferia y a la vez hay información que se capta en la periferia y desde allí se envía al sistema nervioso central, en un constante ir y venir de percepción de estímulos y generación de reacciones.
¿Y luego?
Una vez vivenciado este mecanismo, el próximo paso es entrenarse en intervenir a tiempo sobre los impulsos emocionales. Hay un timing para actuar. En general, cuando una reacción emocional crece hasta convertirse en una crisis, ya es muy difícil salir de ese estado sin tomar medidas drásticas. Esas medidas suelen tener un costo elevado en términos de desgaste. Lo ideal es actuar sobre las emociones que se quieran canalizar cuando apenas están surgiendo; digamos, cuando se las ve venir de lejos. Antes de ser un monstruo incontrolable, la emoción empieza a generarse a lo lejos, dándonos pequeñas señales que casi todos estamos en condiciones de identificar, pero que solemos ignorar justamente porque consideramos que todavía no vale la pena hacer nada con ellas. Error. Es en ese momento, precisamente cuando aún no han cobrado fuerza, cuando pareciera que no vale la pena hacer nada al respecto, es cuando podemos intervenir sin gran esfuerzo y sin reprimir, para conducir esa energía en un sentido más constructivo que el que estaba por tomar.
¿Alguna recomendación para empezar a practicar? Además de leer Respiración e inteligencia emocional…
… Risas. Los tres pasos básicos son: poner más conciencia en la respiración, acostumbrarse a respirar por la nariz (tanto para inspirar como para exhalar) y respirar más profundamente (lo que se llama respiración baja o abdominal, usando más el diafragma).
Esta habilidad es un arte más que una ciencia exacta. Quiero decir que no hay una fórmula mágica ni un resultado garantizado. Cada persona es un mundo distinto y tiene que transitar su experiencia para sacar sus propias conclusiones. Lo que sí recomiendo es tener una buena orientación y empezar de a poco. Regular el entusiasmo inicial y tener paciencia, como para cualquier cosa que uno se proponga aprender. No hay atajos. El acompañamiento de un profesional es indispensable.
¿Tenés alguna anécdota para contarnos?
A mí me encanta el buceo. Además de la fauna y flora increíbles que se pueden encontrar en el mar, me gusta la sensación de falta de gravedad debajo del agua, los sonidos de las burbujas y, por supuesto, de la propia respiración. Buceando se depende del tanque de oxígeno para respirar y, según cómo respiremos, eso va a determinar el tiempo que tendremos disponible. Obviamente, cuanto más, mejor. Solo por si alguno de los lectores también bucea, voy a compartir un truco que me enseñó un instructor marplatense, que está vinculado a la respiración y hace que el tanque de oxígeno rinda mucho más: exhalar por la nariz.
¿Cómo?
Me explico mejor: cuando uno bucea, inspira por la boca para traer aire del tanque de oxígeno y, en general, también exhala por la boca. Pero es perfectamente posible sacar el aire por la nariz, lo que hace que la respiración sea más lenta y más fácil de regular, y así se respire menos veces y, por lo tanto, el tanque de oxígeno rinda mucho más. Un recurso simple, pero muy útil para los fans del buceo y que nunca escuché indicar a nadie. Espero que les sirva como un bonus track para una eventual aventura en el mundo submarino.
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Mokuso agradece a Lucio Martínez por la realización de esta entrevista.