“El supremo arte de la guerra es someter al enemigo sin luchar”
— Sun Tzu, El arte de la guerra
Hay peligros que se vencen con fuerza. Otros, con astucia. Pero existen riesgos más sutiles, invisibles, que crecen lentamente como la humedad en una pared: malas decisiones, hábitos nocivos, entornos tóxicos o ideas erradas que, si no se detectan a tiempo, pueden condicionar toda una vida o también arruinar una empresa. Frente a estos, la verdadera maestría no está en resistir o enfrentar, sino en prevenir. Evitar. Anticipar.
El arte de ver antes
En la cultura japonesa, yobō (予防) significa prevención. Pero no se trata simplemente de evitar un mal, sino de cultivar una sensibilidad especial hacia lo que aún no ha ocurrido. En el karate, esta capacidad se entrena desde el primer día, aunque no siempre de forma explícita. El saludo, el orden del tatami, la atención constante al entorno: todo apunta a un mismo objetivo, desarrollar una percepción afinada del presente, para prever el futuro. Anticiparse.
Un buen karateka no espera el golpe para reaccionar. Aprende a leer el cuerpo del oponente, su respiración, su intención. En ese mismo gesto de anticipación, se forma también un criterio para la vida. No hace falta llegar al conflicto si uno puede verlo venir.
Reconocer gestos, silencios o tensiones es aplicar la anticipación como estrategia. Así como en karate se evita un golpe innecesario, también en nuestra vida y en nuestros proyectos se evitan conflictos que podrían comprometer objetivos, plazos o relaciones.Los riesgos no deben abordarse solo cuando ya han ocurrido, sino que la verdadera habilidad está en identificarlos y mitigarlos antes de que se conviertan en verdaderos problemas.
La trampa de los hábitos
Los verdaderos enemigos del siglo XXI no siempre visten con forma de adversarios. Pueden ser la alimentación descuidada, el sedentarismo, el consumo pasivo de contenidos, pensar que da igual hacer o actuar de una manera u otra, o incluso un sistema educativo que forma para repetir y no para pensar. Todos ellos son riesgos que se instalan sin levantar sospechas, y cuyos efectos se manifiestan solo cuando ya es tarde.
Japón, en su modernidad silenciosa, ha enfrentado estos desafíos con una actitud que podemos observar en el concepto de hansei (反省): la introspección crítica, examinarse a uno mismo. Reflexionar sobre los propios errores no es una señal de debilidad, sino un paso esencial para ajustar el rumbo. En el dojo, esto se traduce en revisar una y otra vez el kata, no solo para ejecutarlo mejor, sino para descubrir en cada repetición algo que no habíamos visto. Un gesto fuera de tiempo, un peso mal distribuido, una tensión innecesaria. Lo mismo sucede en la vida: la repetición consciente permite descubrir dónde nos estamos desviando. Es importante diferenciar este concepto del “piloto automático”, en que las cosas se hacen sin pensar. La repetición consciente abre las puertas a la mejora contínua, al concepto de iteración que es el que nos permite revisar una y otra vez lo que estamos haciendo mejorándolo en cada paso.
Prever como camino ético
Anticiparse no es vivir con miedo, sino actuar con responsabilidad. El Bushidō, el código de los antiguos samuráis, hablaba de “rectitud” como la capacidad de tomar decisiones justas aun cuando no hay una amenaza presente. En otras palabras: no esperar a que el daño ocurra para reaccionar.
En un mundo que premia la inmediatez y la improvisación, detenerse a pensar en las consecuencias a largo plazo es casi un acto revolucionario. Pero para quienes comprenden la esencia y la técnica del karate, es lo natural. El cuerpo tiene memoria, la mente necesita pausa, y que la mejor forma de afrontar un problema, o de evitar un riesgo innecesario, muchas veces es simplemente no exponerse.
Mokuso: ver lo que aún no ha ocurrido
La meditación del comienzo y del final de cada clase (mokuso) no es un simple ritual. Es un momento de alineación profunda con uno mismo y con el entorno. Es allí donde se afina el juicio que nos permite, fuera del tatami, anticipar los malos hábitos, las decisiones impulsivas o los vínculos destructivos.
Desde Mokuso queremos proponer esta idea: que el verdadero poder no siempre está en enfrentar los riesgos, sino en reconocerlos a tiempo. Si son inevitables tener la capacidad para mitigarlos y si son evitables, tener la sabiduría para caminar por otro sendero.
Autor: Ariel Garofalo
Director de Mokuso / Consultor
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