A pocos días de los Dojo Abierto que se realizarán en Madrid (14 de junio) y en Buenos Aires (28 de junio), conversamos con Sensei Gerardo Pimentel, 9° Dan de Koryu Uchinadi y referente de un enfoque profundamente enriquecedor del karate: el legado técnico y filosófico de Kinjo Ō-sensei, preservado y desarrollado junto a Hanshi Patrick McCarthy. Con un estilo directo, reflexivo y profundamente humano, Sensei Pimentel habla sobre la influencia de sus maestros, la filosofía que guía su práctica y el legado que hoy transmite a nuevas generaciones. Una conversación que no solo ilumina aspectos técnicos del arte marcial, sino también su dimensión espiritual y transformadora.
Mokuso. Sensei Pimentel, ¿podrías contarme cómo fueron tus comienzos en el karate hasta llegar a Kinjo Sensei?
Sensei Gerardo Pimentel. Comencé en el año 1974 con Miguel Cravero, en la línea de karate Shudokan. En 1976 me conecté con Oshima Sensei y, en 1978, rendí mi primer Dan. En esos años, la escuela se llamaba Shudokan Kenshukai. En 1990 renuncié a esa escuela y me contacté con Kinjo Ō-sensei. Entrené durante cuatro años bajo su supervisión a distancia, a través de videos, y en 1994 hice mi primer viaje a Japón.
M. ¿Quién fue Kinjo Hiroshi y por qué es importante su legado?
G.P. Kinjo Hiroshi, de origen okinawense, fue la tercera generación del linaje de Anko Itosu, el gran sistematizador del karate. Fue alumno de Chomo Hanashiro, quien a su vez fue discípulo directo de Itosu. El legado de Kinjo Sensei está vinculado al karate de Shuri, una práctica históricamente reservada a la realeza. Oshima Hiroshi, otro referente, cuñado de Hideo Tsuchiya.
M. ¿Qué significó Kinjo Sensei para el karate?
G.P. Desde mi mirada personal, Kinjo Ō-sensei fue un innovador sistemático, un fiel testigo del legado de Itosu. Su contribución al karate se dio no solo en el plano técnico, sino también desde una profunda mirada humanista. Participó activamente en la fundación de la FJK junto a grandes maestros como Toyama, Otsuka, Izumikawa y Sakagami. En la década del 50 promovió, además, el uso de las graduaciones impartidas por la Nippon Karatedo Butokukai entre maestros okinawenses. Esa fue su influencia político-social dentro del mundo del karate.
M. ¿Tenerlo como maestro cambió algo en tu forma de ver la vida, además del karate?
G.P. Sin duda. Su influencia abarcó valores fundamentales del karate como vía de introspección y transformación personal. El karate, bajo su mirada, se convierte en un viaje al interior del espíritu, una lucha constante por actuar con corrección. La verdad, en ese sentido, es el timón que guía el camino.
M. ¿Cuál es el vínculo entre el Koryu Uchinadi de Sensei Patrick McCarthy y Kinjo Sensei?
G.P. Hanshi McCarthy fue estudiante directo de Kinjo Ō-sensei durante once años. Alcanzó el 7° Dan en Kenshukai y, junto a él, desarrolló el método que hoy conocemos como Koryu Uchinadi. Sus viajes a China, Okinawa, Tailandia y otros países le dieron una visión integral que consolidó este sistema ecléctico.
M. Patrick McCarthy ha hecho un gran aporte al karate cultural con sus libros y es el referente del Koryu Uchinadi a nivel mundial. Usted es 9° Dan de Koryu Uchinadi y custodia junto a él un sistema de karate que podríamos considerar disruptivo y poco conocido. ¿Cómo lo definiría?
G.P. Es una metodología sistémica, que refleja tanto la influencia de Kinjo Ō-sensei como la creatividad de Hanshi McCarthy. El sistema se nutre de elementos técnicos provenientes de su vasta experiencia, y está basado en respuestas ante los Actos Habituales de Violencia Física. Esta propuesta permite que practicantes de cualquier estilo o disciplina integren estos contenidos a su propia docencia.
M. Hablaste del sistema basado en respuestas ante los Actos Habituales de Violencia Física. ¿Cuál sería el ABC de este enfoque?
G.P. El sistema se estructura en la repetición constante de respuestas preestablecidas ante situaciones de contacto violento. Se trata de construir un escenario posible para entrenar respuestas emocionales y físicas. Pero más allá de eso, considero clave el desarrollo de la predisposición emocional, que es lo que realmente se entrena con el tiempo. Personalmente, me considero un investigador curioso y analítico de estas situaciones.
M. Tanto en el Dojo Abierto Madrid que realizaremos en el 14 de junio, como en 8 º Dojo Abierto del 28 de junio en Buenos Aires, trabajaremos sobre “La defensa personal del antiguo karate”. Hablemos del Dojo Abierto de Buenos Aires, en el cual tuviste la gentileza de aceptar ser el anfitrión. Déjame contarte que se han inscripto practicantes de diversos estilos –muchos de ellos de alta graduación– y hay grandes expectativas. ¿Cuáles son las tuyas?
G.P. El Dojo Abierto es una magnífica oportunidad para que los practicantes conozcan el karate de Kinjo y su relación con el sistema de Hanshi McCarthy. También es una chance para alentar a quienes se animan a aportar desde su perspectiva, enriqueciendo así nuestra disciplina.
M. Se observa poca gente mayor entrenando en los dojos. Vos entrenás a diario y ya peinás canas. Si no es indiscreción, ¿cuántos años tenés y qué te motiva a seguir practicando?
G.P. Tengo 68 años. Doy clases de lunes a sábado, en varios turnos, y entreno cinco veces por semana, adaptando la práctica a mis necesidades y a mi bienestar. Me motiva seguir revelando inquietudes que enriquecen mi tránsito por esta maravillosa vida.
M. Según tu visión, ¿cómo puede cada practicante desarrollarse en su propio karate?
G.P. El karate exige práctica constante y consciente. Es fundamental seguir un camino ordenado, respetando a nuestros maestros y educadores. Para desarrollar un “karate personal” es indispensable recorrer el principio del Shuhari, que conduce al Oyo Waza: la aplicación práctica de las técnicas en situaciones reales o de combate.
M. ¿Podrías explicar qué es el Shuhari y cómo lo interpretaba Kinjo Sensei?
G.P. El Shuhari representa tres etapas del aprendizaje:
- SHU: aprender
- HA: romper o desprenderse
- RI: trascender
Kinjo Sensei consideraba que este principio, originalmente, solo se aplicaba al chado, la ceremonia del té, pero con el tiempo pudo extenderlo también al karate.
M. ¿Qué es el Kindae Karate y cómo influyó este concepto en tu formación con Kinjo Sensei?
G.P. Kindai Karate es el nombre que recibe el karate moderno, el sistema que sistematizó Itosu Anko. Kinjo Sensei egresó del Okinawa Gakko, donde recibió esa base. Su curiosidad y espíritu investigador lo convirtieron luego en un verdadero erudito de nuestra disciplina.
M. ¿Cómo impactó la filosofía de Kinjo Sensei en tu vida?
G.P. A través de su técnica, sus gestos y su palabra, pude percibir el profundo amor que sentía por su karate. Su enfoque estaba guiado por una lógica y una moral muy firmes, centradas en la verdad como virtud máxima. En mí, ese impacto no fue un instante concreto, sino una suma de momentos que me llevaron a buscar lo correcto, tanto en lo técnico como en lo humano. Su legado me transformó profundamente.
M. ¿Y a dónde te ha llevado hoy esa suma de instantes que describís?
G.P. A descubrir lo maravilloso de transitar esta disciplina. Hoy disfruto del presente, y enfrento con conciencia a ese “enemigo interior” que sabe cuándo algo es correcto y cuándo no lo es. Ese es, para mí, el verdadero camino del karate.
M. Para quienes nos leen desde Argentina y el resto de Latinoamérica, ¿qué mensaje te gustaría dejarles de cara al Dojo Abierto del 28 de junio en Buenos Aires?
G.P. Quiero invitar a todos los practicantes, sin importar el estilo o el nivel, a que se acerquen con el corazón abierto. Será una jornada de aprendizaje, intercambio y crecimiento compartido. Los espero en el dojo para entrenar juntos y seguir profundizando en esta vía maravillosa que es el karate.
Agradecemos la colaboración de Lucio Martínez y Gabriel Bacalor.
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